lunes, 31 de diciembre de 2012

2012

 Querido 2012:

 ¿Cómo tú por aquí?, ¿no deberías estar aprovechando tus últimas horas de existencia repartiendo por el mundo las desgracias y alegrías que te quedan?

 Yo vengo a... no sé a qué vengo, si a reprocharte lo que me has quitado, o a darte las gracias por lo que me has traído. Supongo que me decantaré por ambas:

 Te has llevado a la persona más importante de mi vida, y la más buena del mundo: el abuelo. Te has llevado con él mis buenas notas, mis ganas de ser el mejor, como lo era antes; mis ganas de hacer sonreír a todas y cada una de las personas que me rodean sin recibir nada a cambio... Te has llevado mi perfección, mi saber actuar ante todo de la manera más correcta posible, y también mis amigos de toda la vida...

 Me has traído el alcohol, el tabaco, el sexo, el deseo de ser guapo jamás antes existente, las mejores fiestas que veré en mi vida, las personas y momentos más divertidos que he conocido hasta hoy... y con ello, la parte más inesperada y escondida de mí, esa que ha hecho que me haya sentido libre como nunca y que no esté muy orgulloso de algún que otro comportamiento. Me has traído una obsesión que aún no entiendo por los pechos y los penes (?)

 Me has traído a Alv, y con él a la experiencia más increíble que jamás he vivido ni volveré a vivir: amarle. Esto ha sacado lo mejor y lo peor de mí, y estoy muy contento de haber conocido mis propios límites, aunque algo decepcionado de mí mismo. Me has enseñado que con 17 años se puede conocer al amor de tu vida, y también que el amor de tu vida puede coincidir con la historia de desamor más triste y bonita del mundo.

 Me has enseñado a tener paciencia, que las cosas no siempre ocurren como esperamos y queremos, que no existen los amigos y que la única persona en la que siempre podré confiar y que me querrá incondicionalmente de verdad es mamá.

 Me has mostrado la vida tal y como es, con sus imperfecciones e injusticias. He llorado este año más que en lo que llevo de existencia. Has estado a punto de quitarme la vida y me la has devuelto como si nada. Te has llevado al chico genial y sonriente que solía ser, pero has puesto en marcha a otro que cuando descubra cómo, será más feliz, estoy seguro.

 Te odio 2012, gracias por todo. 2013, prepárate, voy a por ti.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Vamos a ver las cosas de otra manera

 Despierto y como cada mañana busco feliz e ignorante nuestra foto en la pared. No está. Dudo de si es una pesadilla para acto seguido recordar que yo mismo la quité y guardé ayer antes de irme a la cama.

 Entre lágrimas lucho por encontrar el móvil y decirte que la próxima vez no será así; que te divertiré y te haré reír; que seré yo mismo y disfrutarás de mí como yo disfruto de ti aunque estemos en silencio.

 Dejo de buscar con la mano bajo la almohada el móvil: no habrá próxima vez.

viernes, 21 de diciembre de 2012

¿Qué haces tú aquí?

—¿Qué haces tú aquí? —respondió Alv sorprendido al encuentro con Sankt en su portal.
—He venido a despedirme.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Pi, pi, pi...

 Me despierta dulce un calor en la frente. El sol sube lento el escalón de luz que la vieja persiana del hospital sufre como recuerdo de mi última visita. Ahora el ángulo que forman sus rayos con la herida del plástico escarchado se muda a mis ojos. Sabía que tarde o temprano tendría que descubrir, sin sorpresa, dónde estaba; pero hasta que no abro los ojos no lo acepto: hoy me toca vivir de nuevo el mismo infierno de cada sábado.

 La miro y me enseña sus canicas de mar. Sus azules me recuerdan a ti y me hacen preguntarme cuánto tiempo estaremos esta vez sin hablar, aunque me responde a otra pregunta bien diferente: "¿por qué te quiero?"; y de tu azul se tiñen mis labios, que ahora esbozan una sonrisa.

 Ella, que sabe que para mí su mirada eres tú, cierra fuerte los ojos en su empeño porque te olvide, sin darse cuenta de que lo único que está haciendo es no querer ver lo más increíble que se ha visto y podrá verse jamás: mi amor por ti.

 Mis pupilas ceden entonces toda la luz a mis párpados en forma de fuego, para viajar a través de mis recuerdos hasta ti. Tus manos apretándome fuerte me avisan de que ya ha llegado el momento. Abro los ojos y a ella ya se la han llevado. En la puerta se apoya el enfermero más guapo de todo el hospital. Me mira; sonríe y me parece que esté llorando. Al salir al pasillo el olor a pintura me pica en la cabeza, y me pregunto si además de los botes a los lados del pasillo la peste también puede ser producto puro de mi esquizofrenia .

 Llegamos a la sala Q. Me tumbo y busco el techo. Lo encuentro, y entonces cambio las lágrimas que acostumbran a inundar el cielo amarillento del sitio por una sonrisa aún más triste que la del enfermero, ¿sabes por qué?, porque de tu azul, azul el techo.

 Miro a esa tortuga con agujas que se encarga de contar el tiempo a la que llaman reloj y le escupo las 4 horas que muero por que acaben. "No será para tanto", me trato de convencer.
—Buenos días —les suspiro.
—Buenos días, 117 —me sonríen.

Pi, pi, pi...

 Y ahora, a vomitar todas las palabras que aún no he dicho.

martes, 13 de noviembre de 2012

Yo me encargaré

13 de Noviembre, 2017; 14:55

 Alv decide subir hoy por las escaleras. Llega exhausto a la puerta de casa, por lo que ni se gira al escuchar la puerta del ascensor abrirse para averiguar de qué vecino se trata. Abre la puerta y una vez dentro del piso procura cerrarla empujándola con el pie. Para en seco su viaje a la cocina al no escuchar el habitual golpe a sus espaldas que le indica que está en casa y protegido: la puerta no se ha cerrado. Sabe que le ha empujado lo suficientemente fuerte, que algo ha tenido que interrumpir su trayectoria hacia el cierre asegurado. Tranquilamente se da la vuelta con la idea de encontrarse a su madre, sorprendiéndose al descubrir que lo que mantiene la puerta abierta no es más que una mano desconocida, dueña de una pulsera azul con una inscripción borrosa en ella, quizás debido al paso de los años.

—Buenas tardes. Disculpe la intrusión, traigo un paquete lleno de abrazos enviado urgentemente para el señor "Elfuturoeselfuturo" —escucha Alv tras la puerta, que le tapa el resto del cuerpo del cartero.
—No puede ser... —susurra casi para sí mismo.
—¿Se puede? —pregunta la voz desconocida, introduciendo en casa el brazo continuo a aquella mano intrusa.
—Claro... —contesta Alv confuso. Acto seguido Sankt ya tiene medio cuerpo dentro de la casa de su amigo.


13 de Noviembre, 2017; 23:10

 Sankt se acomoda en la que hace cinco años descubrió que era la almohada más confortable en la que jamás soñaría: las piernas de Alv. Él está sentado y observa desde arriba cómo su amigo se adapta a sus piernas, quizás como nunca antes lo había hecho nadie. Sankt se da cuenta y le mira con los ojos brillosos, brillosísimos, y le sonríe mucho, muchísimo. Alv le responde entrelazando las manos bajo su cuello, abrazándole casi con una caricia. Ambos, desde la azotea del edificio, miran a las estrellas: Alv con la vista en el cielo; Sankt con la vista en la mirada de su amigo, su firmamento.

—¿Dudabas de que me encargaría? —le pregunta a Alv.
—¿Qué?
—Ya sabes, aquel día que te aseguré que me encargaría de que lo mejor estuviese por venir... No me creíste capaz, sin embargo aquí estamos. Esto cuenta como futuro, ¿no? Esto cuenta como "mejor" que estar separados, ¿no?
—Siempre pensé que te creías capaz —contesta serio Alv.
—He sido capaz, ¿no? Esto es felicidad tanto para mí como para ti, ¿no?
—Tranquilo, cielo. Sólo teníamos 17 años...
—Ya lo sé. Me dijiste "el futuro es el futuro" y yo te prometí hacer del nuestro algo mejor que lo que para nosotros era entonces el presente. Desde aquel día, y cada día más, no he orientado mi vida y mi futuro más que a alcanzar este momento —responde Sankt alterado, casi a punto de llorar.
—Nunca he dejado de quererte —confiesa Alv.
—Déjame quedarme contigo para siempre —le ruega Sankt tras un instante de silencio que se le antoja eterno.
 Alv no responde, se limita a sonreír.
—¡Déjame quedarme contigo para siempre! —le repite Sankt con los ojos ya inundados de lágrimas.
 Su amigo le acaricia y forzosamente vuelve a sonreír. Sankt pierde todas las formas que hasta el momento se había preocupado de mantener.
—Dios, te juro que como vuelvas a sonreír te beso. ¡Vuelve a sonreír así y te besaré! —le amenaza histérico.
 Alv no sonríe esta vez, ni dice nada. Acerca su cara a la de Sankt tan despacio que éste no sabe si su amigo realmente se está acercando o está perdiendo la cabeza del todo.

 Ahora se encuentran cara a cara, casi tocándose, pero viéndose al revés: con la barbilla de uno en la frente del otro, pueden verse perfectamente los labios. Se quedan parados como el tiempo para explorar cada detalle de la circunstancia que les rodea: el silencio cercano, el ruido Madrid de fondo (muy de fondo), las estrellas expectantes sobre ellos, sus corazones queriendo escapar de sus propios cuerpos para encontrarse en un beso que ambos encuentran imposible, la perfección de cada milímetro que compone sus bocas, la perplejidad, el regreso de la inexperiencia de los 17 años... De repente todo se acelera, y entonces sus narices se dan el beso de esquimal más dulce, intenso y suave de la historia. Cuando sus rostros se separan nadie dice nada. Pasan varios minutos y sigue reinando el silencio. Parece que las luciérnagas atrapadas en el cielo les hubiesen robado desde todas las palabras hasta la más mínima capacidad de reacción. Sankt tirita, no sabe si de frío o de amor. Alv le tapa con una manta. Mira a su reloj y entonces despierta a su amigo, el cual cree ya dormido.

23:23

Make a wish —le susurra Alv al oído.
—Que la próxima vez no sea un sueño... —desea Sankt adormilado divagando entre la vigilia y la realidad.
—Esto no es un sueño, cielo; es el futuro —asegura el Alv del 13 de Noviembre de 2017, aún inexistente.


13 de Noviembre, 2012; 23:10

  Me encargaré de que el futuro, además de ser el futuro —como tu dices— sea nuestro futuro. Te prometo que lo intentaré. No, espera.... Te prometo que lo conseguiré.

 Te quiero.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Vuelve

 Me sueltas las palabras ya con cuentagotas, más que molestarte parece que te duela hablarme. Siento que te voy perdiendo como he perdido a tus palabras... Pero, ¿sabes? Estoy acostumbrado a perder amigos — demasiado, quizás—, y tú no eres más que eso, ¿no? Un amigo, puede que el mejor o el único, pero un amigo al fin y al cabo. Así que no te preocupes, ya conozco el tipo de dolor que ocasiona perder a la persona más importante de tu vida.

 Me quedo con Abril. Y con Mayo. Y con Junio y Julio y Agosto... Con el que quieras o no fue nuestro verano. Me quedo con él, con todo lo que me hiciste sentir, con toda la felicidad que me inyectabas en generosas dosis cada día, esa que hoy parece que te dé pereza darme.

 Ya no queda casi nada del chico al que conocí, aquél que me regalaba sonrisas sin que pareciera importarle. Pero sigo esperándolo, aguantando la ausencia de tus ganas de hablar conmigo, confiando en que algún día volverán.

 Aunque ya no seas el de antes, te sigo queriendo, porque la esperanza de que vuelvas es más fuerte que el dolor de tus escasas, tajantes y desgarradoras palabras cayendo aquí, en el pecho. Mientras tanto hablo con un desconocido, alguien a quién parece que le duela decir "te quiero" y que me demuestra que cada día me soporta un poquito menos.

 Prefiero agobiar, molestar, cansarte, a sentir que te he abandonado. Me da igual si mis palabras no te sirven para nada, porque a mí me sirven para todo. Y si sigo así sé que llegarás a odiarme, pero prefiero que me odies a que te olvides de mí. Porque del amor al odio hay un paso, el mismo que del odio al amor; sin embargo del olvido al amor no hay camino, al igual que no lo hay del amor al olvido.

 Te quiero aunque odie cómo me hablas, porque no somos lo que hablamos, sino lo que sentimos. Y quiero creer que tú me quieres, aunque cada día lo tenga un poco menos claro.

 Un saludo, amigo.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Game Over

 Me he encerrado tanto en casa para no gastar dinero que ahora la luz del sol me hace daño cuando salgo. Así que esta noche saldré con la Luna de fiesta, me gastaré todos los ahorros que eran para ti en tabaco y alcohol, volveré a buscar a la muerte de la forma menos dolorosa posible.

 Enhorabuena, lo has conseguido: ya no quiero seguir luchando por ti. Se acabó, se acabó. No más amarte, no más odiarte. Recuperaré mi puta antigua vida y volveré a vivirla yo solito, como acostumbraba a hacer. Antes al menos el fracaso dependía sólo de mí, pero no puedo cargar con mi fracaso frente a mí y mi fracaso frente a ti, no puedo. 

 Se acabó eso de intentar hacerlo bien, a partir de ahora lo haré todo a mí manera, porque de ambas formas me salen las cosas mal, pero de una al menos me siento yo mismo. Eso es lo que necesito, un poco más de "yo". Necesito existir, lo necesito, y últimamente me haces sentir que no soy nada... Y sí soy algo, joder, ¡claro que soy algo! Soy la maldita persona que más te ama en este mundo, lo quieras ver, o no.

 Te he amado porque el deseo de tenerte era más fuerte que cualquier otro tipo de felicidad, pero amar no sirve de nada si se ignora. Así que me rindo, me declaro oficialmente perdedor de tu corazón, de ti. A la mierda mi felicidad, porque ella se resumía en encontrar la forma de que me amases algún día. Problema resuelto: no hay manera, no hay felicidad posible para mí. Adiós búsqueda de la felicidad; hola búsqueda del placer. 

 Enhorabuena, lo has conseguido: ya no quiero seguir luchando por ti. Se acabó, se acabó. No más amarte, no más odiarte. Esta noche saldré con la Luna de fiesta, me gastaré todos los ahorros que eran para ti en tabaco y alcohol, volveré a buscar a la muerte de la forma menos dolorosa posible.



viernes, 9 de noviembre de 2012

Mi lluvia

 Le sonrío a tu sonrisa inmóvil. Me dispongo a mirarte a los ojos cuando empieza a llover y cae una gota que te tapa toda la cara. Seco la gota de la pantalla, quito tu foto, me guardo el móvil en el bolsillo. Todo el mundo se preocupa por encontrar un sitio bajo el que protegerse de la lluvia. Les miro y ellos me miran. Por sus caras parece que estén tratando de encontrar una razón por la que sigo aquí, quieto, bajo la lluvia, empapándome el pijama; por su murmullo, parecen no encontrarla.

 Ahora todos —pacientes, enfermeros, familias y visitas— están bajo la zona techada del patio del hospital; todos menos yo. Cierro los ojos y miro cara a cara al cielo gris de este Noviembre, casi rogándole a las gotas de agua que descienden desde él que lluevan sólo sobre mí. Abro la boca para beber un poco de esa pequeña parte de cúpula celestial que se viene abajo en forma de lluvia —al igual que una pequeña parte de nosotros se viene abajo cuando lloramos, en forma de lágrimas—, e inspiro fuerte esperando encontrarme con el olor a tierra húmeda procedente de los maceteros del hospital ,característico de los otoños y primaveras; entonces me sorprende su olor.

 Abro los ojos y la encuentro empapada, con todo el pelo pegado a la cara, los ojos azules y brillantes como nunca antes, la pintura corrida y una sonrisa perfecta de dientes blancos y labios fresa. A ella se le escapa su habitual "holi" y a mí me sonríe el corazón. Que me esté mirando así, haciendo que me sienta un poco más normal al no ser el único al que no parece importarle que le esté cayendo encima semejante chaparrón, me recuerda algo que parece que hacía meses que había olvidado: ella, aquí, conmigo y cada instante que se deriva de su compañía, me hacen feliz.

 Le sonrío y estalla en su boca una de sus habituales carcajadas infantiles, aunque esta vez me resulta bastante más irresistible. No sé cómo ni por qué pero la beso. "¡Joder tío, la estás besando!" me escucho gritar a mí mismo en mi cabeza. Para de llover. Sale el sol. Siento una fuerza en el pecho que me roba sus labios, húmedos como la tierra de los maceteros, y me descubro nadando en un charco —de agua y de dudas.

 Me saco el móvil del bolsillo del pijama, nervioso, esperando encontrarlo seco, esperando encontrarte seco. Buscando tu foto descubro que sólo tengo fotos de ti, y al verte de nuevo, intacto, perfecto tras la pantalla, lloro tu ausencia patético rodeado de gente que me tiende la mano. Quieren ayudarme a levantarme, todos me miran con pena. Les ignoro y te miro de nuevo. Lloro. Chillo. La gente que hasta hace unos segundos creía que estaba cuerdo desaparece en cuestión de ellos. Me da igual, no necesito sus manos para levantarme y salir de este charco de lluvia y mierda, necesito las tuyas.

 Subo la vista y la encuentro de nuevo: doña perfecta perfectamente pasada por agua.
—No va a venir —empieza a decirme mirándome triste y a los ojos—, lo siento.
—Pero, ¿lo sabe ya? —pregunto con la esperanza de que no conozcas aún la noticia, y de que esa sea la razón por la que me has abandonado.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Todo irá bien

 No te agobies, tenemos todo el tiempo y el espacio del mundo para hacer lo que nos apetezca, si lo que nos apetece es abrazarnos, y querernos. Mientras podamos mantener eso (:nuestros abrazos y nuestros "te quieros"), ¿qué puede salir mal? Sé que ahora cuesta creerlo, pero todo irá bien, te lo prometo. Y sabes que yo cumplo mis promesas, que soy un hombre de palabra (de hecho tengo más de palabra que de hombre; más de "amar" que de existir).

 Intentar ayudarte sabiendo de antemano que no puedo: eso sí que cuesta. Y sé que ahora para ti no sirve de nada que te quiera. Te entiendo, créeme, yo también estoy enamorado y sólo me importa él. Y mientras quepa la posibilidad de que algún día a ti (o a él) pueda importarte (o importarle) todo esto, te lo recordaré (y se lo recordaré) una y otra vez: te quiero (y le quiero, porque tú eres él).

 He tenido que llorar tantos sentimientos por no escribirlos, que parece que haya vuelto a ser un niño: sólo sé sentir y llorar; he olvidado incluso mi habilidad favorita: la de hablar. ¿Y qué? Soy de los que piensan que todos nacemos para servir de algo en la vida, y aunque ahora sólo sea un niño perdido (más que perdido, no encontrado), siento que he nacido para recordarte que "no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo aguante"; que no merece la pena sufrir por lo peor, porque lo mejor está adelante.

 A veces pensamos que estamos tan tristes que no podemos ni sonreír, pero en realidad (inconscientemente) sólo estamos reservando risas y sonrisas para el mejor momento de nuestra vida. Sé que ahora no sonríes, y aunque me duela, en el fondo estoy tranquilo, porque algún día te sacaré uno a uno cada instante de felicidad que estás ahorrando sin darte cuenta y los haré míos.

 Te quiero mucho. Sonríe por ti, a la vez estarás sonriendo por mí, porque yo soy por ti.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Debería estar prohibido tener que olvidar al amor de tu vida

 Supongo que no tenías amor para los dos, y pensaste que a él le hacía más falta. No te preocupes, todos nos equivocamos, yo también pensé que algún día podría olvidarte, y mírame...

 No puedo evitar frustrarme cada vez que intento resumir nuestra historia y me doy cuenta de que todo es importante. Nuestro primer problema estuvo en el final: tú lo impusiste y yo no supe aceptarlo. Y es que el silencio, desde mi punto de vista, no es un final para una historia de amor. He aquí nuestro segundo problema: vivimos dos historias diferentes, aunque paralelas. Yo me dediqué a quererte cada día más sin darme cuenta y tú a cansarte de lo que hoy me doy cuenta que fue un amigo de verano. Te di los buenos días cada mañana, pero no te enamoré, no te enamoré...

 Sé que le abrazas muy fuerte, pero me da igual. Porque lo que importa en una abrazo no es la fuerza con la que se da, sino el amor con el que se abraza, y yo a ti te abracé con todo el amor del mundo... A veces dudo si ese día juntos fue real, o sólo fue una ilusión junto a mi esperanza de que algún día me querrías.

 Tus últimas palabras: "lucha por ti". ¿Las mías? No las sé, no recuerdo exactamente cuándo me dejaste de escuchar, cuando dejé de existir en tu mundo. Tú en el mío sigues vivo, incluso más que yo mismo. De hecho, no me creo capaz de dormir una noche más sin tus abrazos. Y sólo hay algo que me haría más feliz que tu sonrisa: ser el motivo de ella.

 Necesito escuchar tu voz, sin embargo si pudiera escoger la forma de la que me dijeses "te quiero" serían tus besos, silenciosos. Necesito sentirte cerca, aunque no volvería a verte si eso me asegurara que siempre serás feliz, siempre...

 O no me quieres o no me lees, porque si me quisieras y me leyeses no serías capaz de dejarme amarte tanto sin recibir nada a cambio. Sabes que yo no puedo hablarte, que no debo. Sé que no hay nada que decir, ¿pero dónde está tu corazón?

 Tu silencio y mis recuerdos parecen haberse aliado para amargarme la existencia. Y es que debería de estar prohibido tener que olvidar al amor de tu vida. Tú eres el de la mía y lo sabes, al igual que sabes que intento olvidarte y no puedo; al igual que sabes que si te olvido muero, y si no te olvido no vivo: estoy muerto. Ahora que está comprobado que siempre te querré, ¿qué excusa piensas usar para no hablarme? Quizás haya llegado el momento de que aceptes que no me quieres ni te importo, y que nunca me quisiste ni te importé.

 Un saludo, amor de mi vida. Te llamo así porque aunque duela, amarte es vivir.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Nosotros

 Hoy, mientras fumaba un cigarro que me ha resultado infinito, he vuelto a nuestro lugar secreto de travesuras. He vuelto a ver nuestro "graffiti" matando el inmenso blanco de aquel edificio.
He vuelto a ver aquella firma de amistad eterna que algún día juramos:  Y YO.

 Decidimos tachar nuestros nombres por miedo a que nos multaran, o algo. Pero en el fondo lo único que temíamos era que tú dejases de ser tú y yo dejase de ser yo, y que nosotros dos dejáramos de ser TÚ Y YO. Y en realidad, así ha sido: tú ya no eres tú y yo ya no soy yo. Los dos hemos cambiado, ya no somos los de antes.

 He vuelto a mirar a través del humo aquel  Y YO y he sonreído: esa Y sigue intacta, sin tachar. Nunca seremos los de antes, nunca. Ni siquiera volveremos a ser los de ahora. Pero esa Y siempre estará ahí. ¿Sabes por qué? Porque a nosotros jamás nos ha importado quiénes somos cada uno, sino lo que somos juntos.

 Como el cigarro, se ha consumido mi miedo a perderte. Y al tiempo que ha surgido una solitaria carcajada de mí sin que ni siquiera me diese cuenta, han surgido el TÚ y el YO de detrás de aquellos trazos nerviosos que una vez intentaron tacharlos para siempre. Y es que en el fondo, siempre seremos ese NOSOTROS. Sólo hace falta centrar la mirada en la Y (nuestra unión), para que resurjan los nombres de las personas que fuimos algún día.

 Siempre serás tú la que haga de mí el verdadero yo. Te diría que te quiero pero es que en realidad, nos quiero.

martes, 30 de octubre de 2012

Cómo ser una mierda feliz como las de Whatsapp


 ¿Sabéis qué? Hoy me ha salido todo como una mierda. Sí, como una mierda bien marrón, olorosa y cremosa; como las de Whatsapp pero sin sonrisa; de las que cagas después de llevar dos semanas haciendo el "plan Activia" (no es que yo lo haya hecho, ni nada); de las que las moscas se apoderan de ellas y las devoran cual mejor banquete jamás visto (y olido). Sí, hoy me ha salido todo como una mierda. Hoy y ayer, ayer y antes de ayer,... Y así llevo semanas, meses. Cuando todo te sale mal, ves que tus esfuerzos no dan fruto y sientes que no estás consiguiendo nada, que no alcanzas tus metas, que no avanzas en el camino, te dan ganas de tirar la toalla, de rendirte, pero ¡MEEEEEC! *ERROR*

Rendirse no es una opción.
La única forma de perder es darse por vencido.
Hasta cuando morimos ganamos, pues morir significa haber vivido.
Equivocarnos sólo nos acerca un poquito más a acertar.
No existe la derrota, sino la demora de la victoria.
No existen los rivales, sino los compañeros de batalla.
No existen los ganadores, sino los que llegan antes a la meta.
Si no dejas de correr, algún día tú también llegarás.
Si luchas, ganas.
Si amas, luchas.
Si existes, amas.

 Como existo, te amo. Como te amo, voy a luchar. Como lucharé, ganaré. Como ganaré, algún día tu felicidad dependerá de la mía al igual que la mía depende hoy de la tuya; porque no hay para mí mejor excusa para no rendirme, que tu sonrisa.

 Te prometo que voy a luchar, por mí. Pero si lo hago es porque ese "mí" es necesario para poder formar en un futuro, un "nosotros".

 Te quiero mucho.
                

domingo, 28 de octubre de 2012

Prohíbeme mucho

 Ojalá pudiese abrazarte,
y tú me prohibieras soltarte jamás.
 Ojalá pudiera verte, 
y tú me prohibieses dejar de mirarte.
 Ojalá pudiese tocarte,
y tú me prohibieras separar mi piel de la tuya.
 Ojalá pudiera besarte 
y el fuego te impidiese 
prohibirme desbesarte.

 Ojalá pudiese cantarte, 
y tú me prohibieras callarme para siempre.
 Ojalá pudiera soñarte, 
y tú me prohibieses despertar.
 Ojalá pudiese escucharte, 
y tú me prohibieras desatenderte.
 Ojalá pudiera volar 
y la felicidad de volar a mi lado 
te impidiese prohibirme aterrizar.

 Ojalá pudiese decirte mil te quieros, 
y tú me prohibieras dudar de los tuyos.
 Ojalá pudiera dormir contigo, 
y tú me prohibieses dormir desabrazado.
 Ojalá pudiese contarte que voy a morirme, 
y tú me prohibieras dejar de vivir.
 Ojalá pudiera amarte 
y tú me prohibieses pensar 
que tú nunca me amarás.

 Necesito que me vuelvas a prohibir que me rinda, que me vuelvas a prohibir desesperar, que me vuelvas a prohibir pensar que no me quieres, que me vuelvas a prohibir dejar de luchar por ser feliz.

 Pero sobre todo, necesito que me prohíbas dejar de soñar con una vida a tu lado, porque eso era lo que me hacía feliz, pensar en un futuro "nosotros".

sábado, 27 de octubre de 2012

Deber, querer, desear

Debo olvidarte. Quiero olvidarte. Deseo amarte.

El deber es para los civilizados, y yo por ti he perdido cualquier tipo de orden social y mental.
El querer es para los valientes, y los valientes no intentan huir de la vida dos veces por semana.
Yo no soy lo suficientemente inteligente para saber qué debo o no hacer y soy lo bastante cobarde como para no tener ninguna fuerza de voluntad, ninguna fortaleza que me haga luchar por lo que quiero.
Pero tengo algo mucho más fuerte que el "debo" y el "quiero" juntos: el "deseo".
¿Sabéis qué es lo mejor de desear?: que sólo consiste en sentir, en esperar; y a veces puede ser precioso, maravilloso, si tus deseos se hacen realidad.
¿Sabéis qué es lo peor de desear?: que aunque el deseo esté tan lejos que no puedas alcanzarlo, aunque no tengas las suficientes fuerzas para seguir luchando por él, aunque seas plenamente consciente de que es imposible de cumplir, no dejas de desear, sigues deseando, incluso con más potencia que cuando desconocías su imposibilidad, su inaccesibilidad.
Entonces se acaba todo: las ganas de sonreír, de desear otra cosa que alcanzar con la que ser feliz, las ganas de vivir... Lo único que queda es el deseo, lo único que queda es el deseo...

Mientras viva te recordaré, cuando muera será porque te haya olvidado. Porque tú eres el deseo que me mantiene vivo, porque los deseadores como yo necesitamos deseos para vivir. El problema es que hace tiempo que dejé de ser un deseador y me convertí en un amante: cuando te deseé y me hiciste prisionero de tus abrazos, cuando me condenaste a la pena de muerte más dura que jamás ha existido: morir de amor por ti.

Lo único que queda es el deseo, y mi último deseo se transformó en la necesidad de que estuvieses bien, de que fueras feliz, de que algún día me amases...

Lo único que queda es el deseo, por eso me abrazo al amor que te tengo, más fuerte incluso de lo que un día me abracé a ti.


miércoles, 24 de octubre de 2012

Se ha acabado casi todo

 Saca la cabeza de debajo de almohada para darle alguna explicación al sonido metálico que le ha parecido escuchar: son unas llaves de casa. Con aquel "buenas" dejado y triste, Sankt descubre que es su madre la que acaba de entrar a casa. Espera unos segundos a que la puerta de su cuarto se abra y aparezca tras ella su madre regañándole por estar allí tumbado y llorando, como suele hacer, pero al igual que estos dos días atrás, su madre ha abandonado la costumbre. A Sankt el primer día le resultó un alivio, el segundo ya lo echó de menos. Se siente abandonado, solo —como siempre—, pero esta vez la sensación es demasiado real.

 Hace recuento de las palabras que ha dicho en estos últimos días y por un momento teme que se le olvide hablar. Tose a caso hecho y canta una estrofa de una canción pegadiza que ni sabe cómo se llama. Se tranquiliza al recordar cómo se habla y notar que sus cuerdas aún no se han oxidado, aunque de tan poco escucharla hasta su voz se le antoja ajena. En casa no sale de su cuarto y en el instituto, bueno, Sankt supone que la gente ya se ha acostumbrado a verle llorando, perdido, o encerrado en el baño, por lo que ni sus "amigos" le preguntan qué le pasa, además de saber que obtendrán un "nada" por respuesta. No es que Sankt no quiera contar lo que le pasa, es que no sirve de nada que lo cuente. Con Alv solía inventarse que estaba agobiado por el instituto, o que le dolía la cabeza... Ya no hablan. Es decir, intercambian palabras, pero no se dicen nada. Es eso. Eso es lo que le pasa a Sankt.

—¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú?
—Bien.

"Y ya está. ¿Esto es todo?" se pregunta Sankt cada vez que sus conversaciones mueren. Se ha acabado la magia entre ellos, esa amistad rara, especial, esas sonrisas sinceras que Sankt había conseguido volver a esbozar cuando Alv empezó a hablarle. Pensaba que su nuevo amigo no se cansaría de él como todo el mundo, pero ha resultado ser así. "Mierda, te lo dije" se dice a sí mismo, recordando cuando se advertía que algún día Alv también se cansaría de ser su amigo. Entonces, coge papel y su bolígrafo verde de escribir cosas importantes y escribe:

Se ha acabado todo: tu necesidad de nuestros abrazos, mis palabras, tus ganas de mí, mis ganas de ser feliz... Se ha acabado todo, todo. Todo menos lo inacabable, lo más infinito del Universo: mi amor por ti.

 Sankt pega con cinta adhesiva al porta-retratos que guarda su foto con Alv la pequeña nota que desvela su gran tristeza. Sin pensarlo se dirige a la cocina, al mueblecito que funciona de botiquín en casa.

 "Maldita sea, olvidé que la última vez mamá lo cerró con llave"

martes, 23 de octubre de 2012

Yolanda

Joven, inteligente, guapa, brillante.
Adolescente escondida en un cuerpo de mujer.
Única, mágica, feliz.
Me hizo creer en la poesía
porque ella es poesía y real
aunque parezca sueño.

Estrella fugaz, deseo cumplido.
Fue mi hada madrina, mi mejor amiga.
Compartimos poema,
entre otros. Me sonrió
y me hizo sonreír
y reír. Aún la quiero.

Nunca olvidaré su risa,
nuestro discutir continuo,
sus gestos, sus palabras,
sus abrazos que siempre pensé
(y pensaré),
que fueron y serán pocos.

domingo, 21 de octubre de 2012

A mi yo del futuro

 Querido Sankt del futuro:

 ¿Qué tal por allí? Espero que genial. Aquí en el pasado se tiene de todo (comida, casa, familia, amigos, "dinero", salud, etc) menos de lo único que realmente hace falta: su amor. Deseo con todas mis fuerzas que hayas entendido de una vez que él nunca te amará; que te hayas rendido e incluso que no sepas ni de quién te estoy hablando. Pero como nos conozco demasiado bien —a ti y a mí—, sé que aún no le has olvidado, ¿verdad?; que aún sigues esperando, que lo sigues queriendo cada día más, que eres el mismo loco de amor que soy yo ahora, pero con unos cuántos años más.
 ¿Cómo está él? Dime que bien, por favor. ¿Sigue con el otro?, ¿siguen enamorados?, ¿han vencido por fin la distancia?, ojalá sea así. 
 ¿Hablas con él?, ¿sabes si es feliz? Claro que sí, necesitas saberlo, necesitas que lo sea... En ese caso, espero que lo sea mucho, porque eso significaría que tú también.
 Y bueno, tú, ojalá hayas aprendido a descentralizar tu vida de él, a ser feliz con las pequeñas grandes cosas de la vida, esas que son gratis, esas que antes solían hacerme la persona más feliz del mundo.
 Si todo va bien no contestes, si algo va mal házmelo saber en cuanto recibas esta carta. Y sobre todo lucha, sonríe, vive y nunca olvides el Sankt que ambos fuimos algún día. 

 Un saludo, ten cuidado.

Postdata: abraza a mamá.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Eternas 7:59 de la mañana

 Sankt no lo soporta más, lleva toda la noche sin ver a Alv, y lo echa mucho de menos, muchísimo... Como sabe que él también está soñando, va en su busca. Y de repente desaparece la playa que él mismo ha soñado a caso hecho para estar sólo con las olas y el viento, y aparece su propio cuarto, con Alv allí, en su propia cama. Lo encuentra tumbado, arropado hasta arriba y con cara de niño pequeño enfadado (lo que es realmente). Antes de acercarse a él, se fija en la claridad que entra ya por la ventana, "deben de ser las 8 de la mañana, al menos", se dice. Entonces vuelve a fijarse en su amigo, en lo precioso que está iluminado con esa luz tan tenue que la mañana de sus sueños le ha regalado, y detiene el tiempo: es lo que prefiere hacer cuando está soñando, sobre todo si Alv le está abrazando o sonriendo. Y con el reloj congelado en las 7:59, se dirige a la cama y se introduce en ella muy despacio, con cuidado de ni siquiera rozar a su grandullón enfurecido.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta éste al darse cuenta de que tiene compañía, y de que es Sankt.
—¿Yo? Meterme en mi cama, ¿y tú? —responde Sankt recalcando con tono burlesco el "mi".
—¿Eh? ¿Qué hago aquí? Yo estaba... —el invitado está confuso.
—Shhh, ¿te das media vuelta y me miras? —perdido, Alv le hace caso a su amigo. 
 Ahora ambos se miran. Sankt sonríe, pero no obtiene respuesta.
—Supongo que pasa algo, y supongo que no querrás hablarlo.
—No, j... —se dispone a contestar Alv.
— Hey —le interrumpe Sankt—, basta de jos. Hace tiempo que cuando hablo contigo sólo recibo un "jo" como respuesta a todo y créeme, cada vez siento más que hablo con un desconocido.
 Alv se queda en silencio mirándolo fija y tristemente. Si Sankt tuviese que representar gráficamente la situación que ha causado, utilizaría sin duda unos puntos suspensivos.
...

—No hace falta que me cuentes nada, pero sí que estés feliz, sabes que eso sí lo necesito. Y de verdad, entiendo que todos tengamos nuestros días buenos y nuestros días malos pero me gustaría enseñarte a sentir la sensación que tú me enseñaste a sentir a mí (sin darte cuenta) algún día, no recuerdo cuando: y es que a pesar de lo animados o desanimados que nos levantemos un día, pese a todas las cosas malas que nos puedan pasar en él, y aunque el pasado nos martirice y el futuro nos preocupe, en el fondo de nosotros mismos tenemos que saber y sentir que la vida puede ser maravillosa, ¿cómo que puede ser?, ¡lo es!, ¡la vida es maravillosa!. A mí me lo demostró poniéndote en mi camino, ¿y a ti?, estoy seguro de que te lo ha demostrado en miles de ocasiones, segurísimo, y si no lo ha hecho, ya lo hago yo: 

 "VAS A TENER CADA COSA QUE DESEES EN LA VIDA, TE LO PROMETO. SÓLO TENDRÁS QUE DECIR MI NOMBRE, Y ACTO SEGUIDO DESEAR..."

—Ésta es la garantía de felicidad que te puedo ofrecer —continua Sankt—, ésta y que siempre, siempre, siempre, y pase lo que pase, te querré. Y creo que sabiendo que alguien que te quiere como yo lo hago va a estar siempre ahí, dispuesto a todo, no se puede tener miedo a nada, ni pensar que un día no va a ser bueno. Así que prohibido, no, prohibidísmo dejar de creer en los "buenos días" cada mañana, ¿vale? —termina Sankt, sin darse cuenta de que una de las sonrisas más sinceras ha brotado en su boca.
—Date media vuelta —responde Alv secamente tras un silencio que a Sankt le ha parecido eterno.
 Sankt obedece sintiendo que ha fracasado una vez más intentando a ayudar a Alv, mientras su sensibilidad se pone de manifiesto en sus ojos empapados. Entonces unos pies acarician los suyos, allí abajo, en el mundo de las sábanas revueltas. Una mano ajena rodea su costado, otra se hunde entre su cuerpo y la cama saliendo al encuentro con la primera. Entonces Sankt siente un cuerpo pegado al suyo, y acto seguido, un corazón latiendo en su espalda. Al darse cuenta de que en cuestión de segundos el suyo se ha puesto al ritmo de los latidos del corazón desconocido, descubre que Alv le está abrazando muy fuerte. Sankt tiembla.
—Shhh. Estoy aquí. Gracias, te quiero. —susurra Alv a su oído. Sankt, como no, llora.

 Ahora los dos contemplan juntos la foto que Sankt ve cada noche antes de viajar al mundo de los sueños, y cada mañana justo después de volver de él: una ventana a aquel 11 de Septiembre. "Una foto tan real, en una situación tan inexistente", piensa Sankt.

8:00 

—Buenos días, grandullón. —bosteza. Y la respuesta silenciosa de su ausencia le trae unas lágrimas de desayuno a la cama.



sábado, 13 de octubre de 2012

Contigo













¿Cómo estás?

Bien
Mal
Regular
Genial
Fatal
Contigo

 He descubierto que desde que te conozco desconozco estado de ánimo. ¿Cómo estar bien si no me amas? ¿Cómo estar mal si te he conocido y he sentido la mejor sensación que existe: tu azul? ¿Cómo decir que estoy regular si desde aquel "hola" soy la persona más irregular del mundo?

 De los colores mi favorito eres tú, cielo. Sí, azul cielo. Lo miro y te veo, por eso tengo tanto miedo a que se haga de noche: el naranja del atardecer me roba tu color y me trae los sueños que lloro porque no son realidad.

 Eres ese momento feliz de sábado por la mañana: cuando estás despierto, tumbado en la cama, jugando con las sábanas; cuando ves el día por la ventana y descubres que es perfecto para que todo salga bien.

 Llorar: en eso pienso cuando hablo contigo. Porque no te tengo, porque no me quieres, porque no te puedo siquiera acariciar, porque mis palabras no te tocan y las tuyas me machacan. Porque te quiero.

 Por eso no te diré que estoy bien, ni mal, ni regular, ni ningún estado que entre dentro de lo normal. Te diré que estoy a tu lado, callado, amigo; porque existo por y para ti, y estar no puedo, mas que si no es contigo.

Lo imposible

 13 de Octubre, 2018



 Sankt corre las cortinas que Alv se había empeñado en comprar aquella vez que por aburrimiento habían ido a Ikea a dar una vuelta (aunque al final volvieron a casa con dos carros de decoración que la harían acogedora). Piensa que no son feas del todo, al fin y al cabo, y descubre tras la ventana el silencio empapado de su ruido favorito: Madrid. Mira el reloj una vez más y se dispone a preocuparse cuando escucha unas llaves buscando la cerradura de la puerta de casa. Por el tipo de tanteo sabe de sobra quién es, por eso sonríe.

—Hola pequeño —saluda Alv jadeante y todo pasado por agua mientras traspasa el umbral.
—Llega tarde, profesor —responde Sankt riéndose. Alv pone los ojos en blanco.
—Lo siento, joder. No sabes qué día llevo —se quita la chaqueta y suelta la mochila.
—Hey, grandullón, que era broma. Va, dejemos por hoy las clases, deberías ducharte antes de cenar, te vas a resfriar. 
—Vale, jo. Pero... me pagarás igualmente, ¿no? —le pregunta Alv acercándose con su cara de "sufro". Sankt le pellizca los mofletes y le responde:
—Pues claro, idiota —se ríe. Alv le da clases de italiano a Sankt y éste a cambio le paga con besos: ese es el contrato. 
 Alv se dirige a la ducha y Sankt a la cocina, no sin antes poner su disco de La Oreja De Van Gogh bien alto, muy alto. Empieza aquella canción y la cocina y la ducha se convierten en el escenario del concierto de dos jóvenes enamorados. Llega el estribillo y en voz alta cantan su forma favorita de decírselo:

—Te quiero.
—Te adoro.
—Y te vuelvo a querer.

 Las lágrimas de Sankt le dan las gracias a su subconsciente por hacerle soñar imposibles como éste. Mientras lucha por no despertarse, descubre que la felicidad no fue inventada sólo para sentirse en la vigilia. Despierta. Se seca los ojos y allí, en el techo, se ve junto a Alv, en la foto que se tomaron aquel día que alguna vez también pareció sueño imposible de hacerse realidad, y se hizo.

jueves, 11 de octubre de 2012

No soy yo quien te abandona

 Levanto la cara de la almohada. Escuece. Le quito la funda y la tiendo, espero que se seque antes de que me vaya a "dormir". Me miro al espejo para odiarme una vez más y descubro mis iris casi amarillos. Siempre que lloro se me aclaran los ojos, aunque creo que nunca lo habían hecho tanto. Ahora me fijo en mis labios, al rojo vivo e hinchados, me resultan atractivos. Mi pelo está despeinado. Lo peino. Me lavo la cara y me seco con una toalla. Me siento en la tapa del váter. Apago la luz. Pienso. Me asusto de mis propios sollozos.

 Me prometiste que nunca me olvidarías, que nunca me abandonarías. ¿Cómo soportas que no hablemos? ¿Por qué me hiciste creer que eramos al menos amigos? Nunca confiaste en mí, ¿acaso no te di motivos para hacerlo, acaso te los di para que no lo hicieras? Lo que más odiaba de ser tu amigo era no ser el mejor. Si ni siquiera me contabas las cosas... Primero me hiciste quererte y luego no me dejaste ayudarte: qué tortura. Sinceramente, ¿me consideraste alguna vez tu amigo?, ¿me quisiste como tal?

 ¿Sabes lo que más me está costando de todo ésto?: el saber que puedes llegar a pensar que soy uno más de los que te ha dejado, de esos con los que tuviste una buena época pero no fue más que eso. Me duele que no te enteres de una puta vez de que yo siempre antepondré tu felicidad a la mía; que estoy haciendo esto para descubrir si de verdad me necesitas, si te importo, si eres capaz de tragarte tu orgullo y pedirme que aguante por ti, que me necesitas como amigo. Joder, que sabes todo lo que estoy dispuesto a hacer por ti, ¿qué tengo que hacer para ser para ti algo más?: al menos un amigo de los de verdad, ¡pero de los de verdad! 

 Yo te echo muchísimo de menos, ¿y tú? Puedes hablarme, creo. Puedes no hacerlo, como hasta ahora. ¿Puedes ser feliz sin hablarme? Si es así, no lo hagas. ¿Consideras que eso me hace o me hará feliz? Ésta ya te la contesto yo: no. Pero la siguiente queda completamente para ti: ¿te importa realmente mi felicidad?

 Por cierto, recuerda: te quiero.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Cuídate

 Ya conoces mi mala costumbre de hablar por canciones: Cuídate - LOVG




















 Pienso recordarte que te quiero cada día de mi vida.

 Te quiero.

lunes, 8 de octubre de 2012

Semana 1

 No das señales de vida y yo me quiero morir, me quiero morir... Dime algo; que estás bien, por ejemplo. ¿No me echas de menos? Yo a ti más de lo que se puede soportar. Si me quieres, ¿por qué no me llamas? Ojalá vieras cómo lloro y te dieses cuenta de cuánto me haces falta.

 Lo que me duele no es el que no hablemos —que también— sino el saber que cada día que no lo hacemos me olvidas un poquito más, me quieres un poquito menos... ¿En serio nuestra amistad sólo se basaba en conversaciones de Whatsapp? Deja de fingir tan bien que no me quieres, porque estoy empezando a creérmelo de verdad...

 Dame un toque al móvil, ven a verme... no, ¡no! Dime "ven", ¡dime "ven"! Sabes que iré, que lo dejaré todo... Te juro que si no empiezas a existir en mi vida, al menos en forma de señales, me plantaré allí, en la puerta de tu casa, y no me moveré hasta que entres o salgas, para abrazarte... Me conoces, sabes que lo haré. No. Sabes que necesito hacerlo.

Te quiero, te quiero, te quiero...
Dime que tú también, o pídeme que desaparezca de tu vida para siempre. Pero dime, dime...


Sólo ha pasado una semana y tu existencia ya se desvanece, y consecuentemente también la mía. Siempre supe que me perdería las próximas navidades, siempre lo supe.

sábado, 6 de octubre de 2012

"Septiembre es nuestro"

 Y llevabas razón, Septiembre fue nuestro... 5 horas antes y 5 horas después de recibir el regalo más grande, no paré de escuchar su canción:

 "Quiero hacerte un regalo: algo dulce, algo raro; no un regalo común de los que perdiste o no abriste, que olvidaste en un tren o no aceptaste; de los que abres y lloras, que estás feliz y no finges... En este día de Septiembre te dedicaré el regalo más grande.

 Quiero entregar tu sonrisa a la Luna y que de noche cuando la mire pueda pensar en ti, porque tu amor para mí es importante. Y no me importa lo que diga la gente porque aún en silencio sé que me protegías y sé que aún cansada tu sonrisa no se marcharía. Mañana saldré de viaje, me llevaré tu presencia para que no se vaya y siempre vuelva: el regalo más grande.

 Yo quiero que me regales un sueño escondido o nunca entregado, de esos que no puedo abrir delante de mucha gente, porque el regalo más grande... es sólo nuestro para siempre

 Y estaba atento a no amar antes de encontrarte, y descuidaba mi existencia y no me importaba. No quiero hacerme daño más amor... 

 Amor negado, amor robado y nunca devuelto: mi amor tan grande como el tiempo. Y en ti me pierdo. Amor que me habla con tus ojos aquí, enfrente... Eres tú: el regalo más grande"

 Por desgracia, el cielo nos trajo Octubre...


La fiesta de mi vida se ha acabado desde que no hablamos, pero tú siempre serás para mí el regalo más grande...

viernes, 5 de octubre de 2012

Pero si es que yo... nunca me acuerdo de olvidarte

 Que se me salgan los ojos de las cuencas si puedo ser feliz sin verte; que me revienten los tímpanos si tu voz no es lo único que quiero escuchar el resto de mi vida; que me ardan los labios si nunca probarán el fuego de tus besos; que me muera ahora mismo si alguien te ha amado, ama o amará más de lo que yo te he amado, amo y amaré siempre.

 Olvidarte se ha convertido en el camino más rápido y corto a pensar en ti: te veo desde por la mañana, en cada "buenos días" de cualquiera; en nuestra pulsera; en la camisa que llevaba aquel día cada vez que abro el armario; en los cereales que un día te sonrieron; en el nesquick; en mis ojos cada vez que me miro al espejo; en mi pelo cuando me peino, que echa de menos tus dedos despeinándolo; en el calendario, en el martes 11 de Septiembre; en cada canción de mi mp3; en cada poema de Cernuda; en cada uno de los 23400 segundos que estoy en el instituto, mirando a la pizarra pero consiguiendo verte sólo a ti; en cada rostro blanco coloreado con mofletes achuchables y rosados; en cada intento de huida de la realidad de mis párpados; en cada oscuridad; cada maldita noche en cada maldita luna; en cada abrazo falso; en cada pareja jugueteando, besándose; en cada persona feliz que me cruzo por la calle; en cada ducha; en cada sueño, en cada pesadilla...

 He intentado olvidarte pero no puedo. ¡Maldita sea, te juro que no puedo! He querido huir de esto, por los dos. He querido vivir mi vida, ¡pero es que mi vida eres tú! Y yo así no soy capaz de ser feliz: sin ti. Por eso sueño con un "contigo" que sé que nunca llegará pero que es el único motivo que encuentro cuando pienso "¿por qué vivir?". Por eso te quiero recordar que sigo esperando, aunque en silencio, a que tu corazón cambie de opinión. Y si eso nunca pasará, que se pare el mío.


P.A: me sigo preguntando qué duele más, si el echarte de menos de esta manera o el tener que conformarme con tu amistad. Lo siento, lo siento muchísimo, de verdad, pero ya no puedo más...

jueves, 4 de octubre de 2012

El mechero

—Sábado.
—Sí, muy bien, hoy es sábado. Pero te he preguntado cómo te llamas.
—Sábado es mi nombre.
—¡Uala! Es la primera vez que oigo que alguien se llama así, tío. ¿A qué se debe ese nombre?

 Su madre fue prostituta y cuando él nació lo único que ella recordaba de su padre era que había sido un cliente del sábado.Quiso llamar a la criatura de algún modo en su "honor" y el día en que compró sus servicios era lo único que conocía de él que pudiera utilizarse como nombre, ya que Pene no le parecía muy apropiado para un niño. "Quizás sí para alguna que otra persona, pero no para un niño", pensó. El oficio no lo ejerció por necesidad económica, sino por la locura que le ofreció en cantidad su instinto maternal: se dedicó a buscar un hombre, cual fuese, que la engendrara. No era guapa, ni inteligente, ni adinerada, ni simpática, ni causaba atracción alguna sobre ningún hombre a no ser que éste estuviera ebrio y en la parte trasera de un coche: la oscuridad era su mejor amiga.
 Sábado se avergüenza de toda esta historia que su madre le dejó como "recompensa" en forma de carta de despedida el día que la encontró colgando de su árbol favorito del jardín de su casa, así que opta por contestar:

—Puedes llamarme Sab.
—Ehm... guay, Sab —contesta Sankt acompañando con una sonrisa, obviando que Sábado ha ignorado su pregunta.
—¿Quieres fuego? —le pregunta éste.
—No gracias, ya no fumo. ¿Por? —responde Sankt intentando entender la pregunta.
—Porque estoy que ardo.



lunes, 1 de octubre de 2012

Donde nace el deseo

 Os diré, víctimas del deseo, dónde nade vuestra debilidad: en una estación de tren, en un vagón cargado de improbables tirado por la locomotora sociedad. Es un tren que cuando parte no imagina el peligro del viaje; que se come las vías, apresurándose al detonante de la tristeza o la felicidad: esa bifurcación que te lleva por el camino del deseo cumplido o el de la más profunda decepción. Se cumple o no, eso es todo. ¿Acaso no somos felices o no en función de nuestros deseos hechos realidad y los que se quedan en el camino?

 Mi mayor y único deseo, nació mucho antes que yo, cuando nació la posibilidad de que tú y yo existiésemos algún día en el mismo mundo:
 Antes que mi cuerpo, nació el deseo de abrazarte; antes que mis labios, mi necesidad de beberte a morro; antes que mis ojos, la imposibilidad de no enamorarme cada vez que encuentran los tuyos...; y antes que mi voz, el "te amo" para intentar, sin éxito, expresar lo que siento por ti.

 Cuando te conocí entendí que mi existencia no era más que el deseo necesariamente personificado. Por eso siempre había sentido que no estaba vivo, que no formaba parte del cosmos, que este no era mi sitio...
 Y desde entonces tampoco vivo, porque el deseo no se vive, se desea.

 Cuando te conocí empecé a existir y por consecuencia, a sufrir.


Y ahora, ¿qué?

viernes, 28 de septiembre de 2012

Te quiero

Te lo digo cada mañana,
despertando con nuestra canción.
Te lo digo con cereales
que intentan quitarme el hambre de ti.
Te lo digo con mi ropa,
con esa camiseta de I ♥ FERLOP.
Te lo digo con cada uno
de mis "buenos días, grandullón"
Te lo digo con el sol cuando amanece,
con la lluvia cuando llueve...
Te lo digo con cada nube
que tiene forma de corazón.

Te lo digo con una sonrisa
en mis peores momentos.
Te lo digo con el sonido
y las caricias del viento.
Te lo digo con un graffiti,
que se entere todo el mundo.
Te lo digo cuando lloro
por saber que no te ayudo.
Te lo digo cuando te sueño,
abrazado a la almohada.
Te lo digo con mi cara
(cuando eres tú el que me habla)

Te lo digo con cada día
que sigo vivo, ya sabes por qué.
Te lo digo apenas con un "te quiero"
porque con otras palabras no sé.
Te lo digo con mis manos,
que echan de menos las tuyas.
Te lo digo con todo lo que soy:
con mi cuerpo, mi pelo, mis uñas...

Te lo digo con abrazos imaginarios,
basados en los que un día fueron reales.


jueves, 27 de septiembre de 2012

A vosotros, queridos amantes

No dejéis de intentar alcanzar
la fusión de vuestros cuerpos.
No os rindáis, amantes,
almas nacidas para morir siendo una.
Exprimir todo vuestro amor,
disfrutadlo cada segundo de su existencia.
Que la distancia no sea más
que otra excusa para seguir luchando.
Sufrid, malditos, pues el mayor regalo de la vida
también tiene su precio.
Besad y haced el amor
por todos los que nunca seremos correspondidos.
Pensad, milmillonésimas, que habéis encontrado
vuestra milmillonésima parte de humanidad,
la detonante de vuestra felicidad,
¿acaso no es algo increíble? Vividlo.
Disfrutad siendo lo que sois,
sin perder el tiempo en pensar
en lo que podríais ser.
Abrazad a lo que tenéis,
sin dejar de sonreír porque sea poco
o pudiera ser más, y no lo soltéis.
Lo mejor que os ha pasado
es amaros uno al otro,
y no importa, creedme, nada más.
La familia, los kilómetros que separen vuestros corazones,
lo que os tengáis que perder por estar juntos...
Nada de eso importa
si al final del camino está el otro:
ese casi nada para el resto del mundo,
y el mundo entero para vosotros.
Sed justos, aprovechad esta oportunidad,
agarradla con fuerza y no la dejéis escapar,
porque puede que no vuelva...

Me dirijo a vosotros, queridos amantes,
para deciros que vuestro amor
es lo que mueve este mundo,
y que no quiero que pare;
que seáis conscientes de que tenéis en vuestras manos
los ingredientes de la felicidad,
que la receta sólo consiste en amar
a gusto del consumidor,
y que tengo hambre;
que lo mejor que te puede pasar,
es amar y ser amado;
y que no sabéis lo que me gustaría
formar junto a vosotros, acompañado,
parte de esa máquina que mantiene todo en movimiento,
de ese pastel perfecto,
de ese sentimiento: único y recíproco.


domingo, 23 de septiembre de 2012

Otra vez

Yo también creía que olvidarte era la salida. Pero no, te juro que no. Te juro que estoy más perdido que nunca, que necesito tus palabras... Me da igual el destino. Me da igual mi felicidad, lo que me pueda perder en la vida por quererte así. Nunca antes había tenido nada claro, y hasta ahora no había tomado una decisión estando al cien por cien seguro de que era lo que quería para mí. Ahora tengo no claro, sino clarísimo, que eres el amor de mi vida. Y mi decisión es amarte y esperarte, aún sabiendo que nunca llegarás, todos los días de mi "vida".

Hey, te quiero mucho.

domingo, 26 de agosto de 2012

Guapo

Despierto y miro al otro lado de mi cama: el lado vacío que deberías haber ocupado tú cada mañana desde el momento en el que te conocí y que deberías ocupar durante el resto de mi vida. No estás ahí, como de costumbre. Entonces decido cambiar las lágrimas que suelen intentar llenar el vacío que tú dejas por una sonrisa imprevista mientras cierro los ojos tratando de materializarte junto a mí. Empiezo por tu pelo:

 Ese pelo no es normal. Incluso antes de saber tu nombre ya me parecía algo mágico. Al igual que yo de ti, mis dedos se han enamorado de él; al igual que yo a ti, desean abrazarlo cada segundo que son conscientes de su existencia; y como yo por ti, se mueren por perderse en él y no encontrar la salida. Ahora puedo ver tu pelo, sin poder evitar la tristeza de que sólo sea una ilusión.

 Tus ojos. ¿Qué voy a hacer con tus ojos? Mirarlos mientras me miran me paraliza y empuja al borde del infarto. Sin embargo no quiero liberarme de ellos; y como querer es poder, no puedo liberarme de ellos. Atrapan a los míos sin escapatoria. Más que atraparlos, los pasean felizmente por tu mirada, que desconfiada, acecha constantemente a la mía, por si algún día (ilusa) se me olvidara cuánto te amo. Las mariposas que ahora revolotean casi más fuerte que nunca en mi estómago me hacen darme cuenta de que bajo tu pelo, puedo ver tus ojos. Te siento tan real que me estremezco, y por un momento tengo miedo, no sé si a mi locura, o de perderte.

 Tu nariz: pensarla y sonreír es inevitable. La de besos de esquimal que la mía le tiene guardados. Ojalá algún día pueda dárselos todos uno a uno, matando de envidia a mi boca.

 Hablando de bocas, ¿existe pasaporte a la gloria más perfecto e imposible que tus labios? Para mí mirarlos siempre ha sido como besarlos, al fin y al cabo, es lo más cerca que estaré de hacerlo. Y entonces, aparece detrás de ellos la mejor y más bonita de las sorpresas: tu sonrisa. Malditas palabras, no me alcanzan para describirla. Tendré que definirla con lo más parecido que encuentro a lo que siento cuando sonríes: felicidad.

Y ya está, ahí, mirándome como sólo tú sabes hacerlo, tu cara sobre la almohada. No quiero arriesgarme a morir de deseo proyectando tu cuerpo tumbado junto al mío, así que me limito a imaginar que está ahí y pensar en tu mano con tus dedos buscando la mía con los suyos. No puedo evitar sentir una fuerte presión en el pecho cuando ambas se unen entrelazándolos. La presión baja por mi cuerpo convirtiéndose en alivio, en protección. Es entonces cuando sonrío, qué dedos tan cortos. ¿Cómo unas manos tan pequeñas y adorables pueden sostener un corazón tan cargado de amor y espinas? Creo que mi corazón nunca había estado en mejores manos, así que agarro fuerte la tuya, necesito que no lo dejes caer jamás. Ahora puedo notar otro latiendo casi al ritmo que el mío y junto a él, entonces nos descubro abrazados. Soy feliz por primera vez después de mucho tiempo.

 Tras las lágrimas de rabia al pensar que sólo eres producto de mi imaginación, encuentro mis ojos reflejados en los tuyos, y un poco más abajo tu sonrisa. Mientras tu pelo llena mi almohada de tu falso aroma, mis labios se preparan para decir lo único que pueden decir en este momento: "guapo". Y con aquella verdad universal, se esfuma mi mentira favorita: tu presencia.


viernes, 24 de agosto de 2012

Café con sal

Sankt observa apoyado en el frigorífico la taza del café con sal que anoche le hizo vomitar todas aquellas pastillas. No se entiende. "Idiota, la próxima vez intenta hacerlo de manera que no haya vuelta atrás" se dice en voz alta. Vuelve a mirar la foto de Alv con el otro. Se les ve tan felices que llorar se le antoja egoísta. Por desgracia conoce a "el otro". Sabe que les saldrá bien, que estarán juntos por mucho tiempo. También sabe que aunque les salga mal nada cambiará. "Solo amigos" en su cabeza y esta vez sí lágrimas que gritan un "¡no puedo más!" desesperado y mudo.
 Sankt vuelve a la cama. Lleva más de una semana sin dormir y sabe que hoy tampoco lo hará, pero al menos descansará de todo ese dolor de cabeza que le persigue cuando está levantado. Está en la cama noche y día porque es lo más parecido que encuentra a estar muerto. Quiere estarlo y ya no le impresiona pensarlo, ni siquiera decirlo. ¿De qué le sirve la vida si no la vive con él? Ya nada ni nadie que no sea Alv le importa. "Estás enfermo" le dice su voz interior.
 Entonces, tumbado, reflexiona: "Si pudiera elegir, no elegiría que me amase, sólo no amarlo yo a él. Sé que el otro puede hacerle mucho más feliz. Doy gracias a la vida por haberlo puesto en su camino. Ahora que lo tiene a él, empiezo a sobrar. La verdad es que siempre he sobrado en el mundo de Alv, y en definitiva, en este mundo. Mi cobardía es un castigo que me obliga a quedarme encerrado aquí, en vida... Un momento, ¿acaso no gasté ayer todo el café que quedaba?" Sankt se levanta y se dirige a la cocina.

jueves, 16 de agosto de 2012

Buenos días

 Alv abre los ojos, y casi antes de poder ni siquiera darse cuenta de dónde está, escucha la voz de Sankt.
—Buenos días, grandullón.
 Están en su cuarto, en la cama. Él está tumbado sobre su amigo, que juega con su pelo, y de vez en cuando le acaricia la cara para comprobar si ésta se encuentra libre de lágrimas.
—¿Qué haces aquí, Sankt?
—Quería asegurarme de que ya que no dormías, no lo hicieras solo.
—¿Llevas toda la noche aquí, despierto conmigo?
—Por supuesto. Tu pelo causa adicción, ¿sabías? —contesta Sankt riendo.
—Pero...

 Alv está confuso, quizás le cueste tanto pensar por la falta de horas de sueño. Entonces lo recuerda: ayer le había contado qué le pasaba a su amigo. No había servido de mucho, en realidad sólo para hacer que Sankt se quedara despierto toda la noche con él.
—Si quieres me puedo ir ya, pero tú deberías descansar un poco. Todavía puedes dormir algo —le dice Sankt al notar que no se encuentra muy cómodo.
—No, si no... —responde Alv, sin acertar a decir nada coherente, sin ni siquiera ser capaz de pensarlo.
—Está bien —exclama Sankt con energía—, me avisas cuando despiertes, ¿vale? —. Y se levanta de la cama suavemente, dejando la cabeza de Alv sobre la almohada, que hasta ahora había sido él.
—Gracias.
—¿Qué? Anda, anda. No digas tonterías y hazme un favor: deja de pensar y trata de dormir, en serio.

 Sin darle tiempo para contestar, su amigo desaparece, entonces Alv como respuesta decide hacerle caso y cerrar los ojos para dormir, sin pensar. Cuando los abre se da cuenta de que sorprendentemente lo ha conseguido, ya que la luz que entra por la ventana como única iluminación ha cambiado bastante, al igual que el ambiente en la habitación. Se pregunta si no habrán pasado incluso días, y mira a su reloj de muñeca para averiguar la hora. Entonces la ve allí, ve a la pulsera: la pulsera que Sankt le había regalado por su cumpleaños. No es una pulsera bonita, en realidad, Alv hizo prometer a su amigo que no se gastaría dinero en el regalo; y éste le hizo caso: cogió un trozo de cinta de lazo y escribió en ella "ABRAZO". Cuando se la dio le pidió a Alv que se la atara a la muñeca y la mirara cada vez que necesitara uno, y cerrara los ojos para sentirlo, el abrazo, que él desde cualquier parte del mundo, se lo estaría dando. Alv se descubre sonriendo al recordarlo, y cierra los ojos para pedirle un abrazo a su amigo. Lo siente, siente el abrazo: cálido, completo, lleno de paz y sobre todo, lleno de todo el amor del mundo.

 Entonces se incorpora. Si hay algo que Alv odia hacer es huir de los problemas. Y aunque no le apetece para nada vivir de nuevo otro día, se levanta de la cama. Al darse cuenta de que Sankt ha acertado el lado de la cama por el que se ha despertado, Alv piensa que quizás no le espera un tan mal día, al fin y al cabo, y se dispone a leer la nota que su amigo le ha dejado allí, sobre la mesita.

 En la vida acostumbramos a perder grandes cosas y pensar que no encontraremos jamás otras más grandes o mejores. Yo no quiero ser algo más grande o mejor para ti, sólo quiero estar a tu lado en noches como ésta. Y eso, al fin y al cabo, es para mí lo mejor y lo más grande: estar a tu lado. Espero que hayas descansado, lo necesitabas. Te quiero, y si me dices que tú más, yo te digo que te quiero, te adoro, y te vuelvo a querer.



miércoles, 15 de agosto de 2012

Preguntándome a mí mismo


No te entiendo. Primero te propones no rendirte, luchar por él. Y luego la cagas de esta manera.

¿Acaso quieres estar siempre así, tan solo?

¿Te gusta dormir un día sí y cuatro no?
¿Te gusta no salir a flote, o simplemente eres tan poco inteligente emocionalmente como para no saber hacerlo?
¿Te gusta estar siempre en la línea entre la esperanza y las ganas de morir?
¿Por qué los libros es lo único que te ha salvado la vida?
¿Porque están siempre como tú, en silencio?, ¿porque es la única manera de vivir una vida que no sea la tuya?

¿Cuántas cosas que no deseabas hacer has hecho?
¿Cuántas cosas que no deseabas decir has dicho?
¿Cuántos caminos que no querías tomar has tomado?
¿Has tocado alguna vez a la puerta que tú querías?
¿Alguna vez has llevado tú las riendas de tu vida?
Te sientes un fracasado, ¿verdad?

¿Cuánto tiempo llevas perdido?
¿Estás buscando la salida?
¿Dónde te dejaste tus sonrisas sinceras?
¿Tienes motivos para sonreír? Dime uno.

¿De verdad mereces esto para ti mismo?
¿Tan mal te has portado?
¿Acaso no has querido y amado como el que más?
¿Acaso no has antepuesto siempre la felicidad de los demás a la tuya?
¿No te hacía eso feliz?

¿Vas a devolverle las sonrisas de una maldita vez a toda esa gente que te las está regalando día a día?
¿Vas a quedarte solo el resto de tu vida para que no te vuelvan a hacer daño?
¿Acaso te pueden hacer más daño del que te han hecho?
¿Puedes sufrir más de lo que estás sufriendo ahora?

Mírate: lo que fuiste, lo que ahora eres.
¿Todavía no eres capaz de darte pena a ti mismo? ¿De verdad?
¿Dónde dejaste las ganas de vivir?

¿Por qué tienes tan bien redactada esa carta de despedida, esas últimas palabras?
¿Piensas huir el día menos pensado de la manera más egoísta de la que puede huir el ser humano?
¿Hay alguna solución desesperada que no haya pasado ya por tu cabeza?

Dime, si estás cansado de que todo te salga siempre tan mal, ¿por qué no cambias de estrategia?
Si estás cansado de perder, ¿por qué no cambias la forma de jugar?

¿Por qué huyes de los problemas?
¿Por qué eres tan cobarde?
¿Por qué te odias?
¿Algún día te querrás?

¿Piensas que la vida te tiene guardado tu momento?
¿Vas a esperar al día en el que no estés enamorado para empezar a vivir?

¿Cuándo dejarás de llorar viendo las fotos de la época en la que no conocías esta mierda?
¿Cuándo vas a despertar de esta pesadilla?
¿Cuándo vas a dejar de correr mirando hacia atrás y empezarás a dar pasos firmes mirando hacia adelante?
¿Cuándo vas a aceptar tu única verdad?
¿Cuándo pararás de lamentarte y actuarás en consecuencia?
¿Estás dispuesto a ser feliz de una puta vez?

Sí, llora. Llora gilipollas. Pero vete a llorar donde no te vean. Vuelve sólo cuando tengas todas las respuestas.

domingo, 12 de agosto de 2012

Luciérnagas

 Sankt abre los ojos y sonríe por dentro: le encanta estar soñando y ser consciente de ello. Parpadea abandonando su cuarto al cerrarlos y recibiendo al abrirlos una brisa fresca de primavera. Por la posición del sol deduce que es más o menos la misma hora que en la vigilia: entre las cuatro y cinco de la tarde.
 Como está tumbado, se incorpora un poco recostándose sobre su codo y costado derechos, mirando hacia la extensión infinita de aquel césped verde pistacho. Es el césped más claro y reluciente que ha visto jamás, y pese a que lo sueña cada día, no se cansa de contemplarlo, como esperando a que salgan a volar todas las luciérnagas que debe de haber escondidas superficialmente bajo tierra, esas que le dan ese brillo tan especial. Está pensando que eso nunca pasará —ya que las luciérnagas sólo se ven de noche y él siempre se sueña bajo el árbol de día— cuando escucha una voz a su espalda:
—Guapete —le llama Alv.
—¿Otra vez aquí? —le pregunta Sankt sin girarse, con una pequeña sonrisa interior. Sabía que vendría.
—Hoy te quedas sin abrazo por la espalda.
—Jo, que es broma grandullón. Anda ven a... —le pide mientras se da la vuelta para descubrir que está de pie, mirándolo desde arriba, con un bote en las manos— ¿qué es eso?
—Tú sabrás, no soy yo el que está soñando.
—Bah, suéltalo, veamos juntos florecer el árbol, como cada mañana y cada tarde.
 Alv le obedece, y ahora están tumbados boca arriba, bajo el árbol más grande que ninguno de los dos haya visto jamás, contemplando cómo florece, muy lentamente. Pasa la tarde, y Sankt acaba olvidando el árbol y centrándose en cada detalle de su amigo: su pelo, sus ojos, su nariz, su boca, su cuerpo, su piel... "Observarlo es para mis ojos hacer el amor" piensa. Y tras casi odiarse a sí mismo por haber pensado semejante cursilada, se tira sobre Alv y le abraza, intensa pero suavemente, como le gusta abrazarle sobre el césped. Se ríen, y el recién abrazado por sorpresa opta por una expresión seria para preguntarle a su amigo, que ahora está tumbado a su lado, mirándole fijamente a los ojos:
—¿Ves? Está oscureciendo, es casi de noche.
—Es verdad, es la primera vez que nos quedamos hasta tan tarde, ¿por qué será?
—Porque el tiempo pasa cada vez más rápido cuando estamos juntos —contesta Alv sonriendo.— Mira —añade señalando a las espaldas de Sankt, en dirección al césped.
 Sankt se gira y no puede creerlo: de repente el cielo se le antoja negro azabache, y el césped a sus pies brilla fluorescentemente. El brillo empieza a ascender hacia arriba en forma de miles de bichos nocturnos voladores, como puntitos de luz que quieren llegar a ser estrellas allí arriba, en el cielo. Y cuando lo consiguen y llenan la antes oscura cúpula celestial de infinitos puntos luminosos, Sankt cierra la boca, que se acaba de dar cuenta que tenía abierta, y se gira para compartir el asombro con su compañero de sueño. Alv no está, en su lugar está el bote que traía y una margarita que ha parecido querer compensar la huída. Enfadado por la ausencia de su despedida, aunque agradecido por el espectáculo que Alv le había ofrecido —sabía que sólo podía ser cosa suya, que esta vez no lo había creado él mismo— , Sankt coge la margarita y sin entender por qué, da lugar a la típica actividad de los enamorados de quitar uno a uno los pétalos de aquella flor, acompañando el juego con un absurdo y esperanzado "me quiere, no me quiere". Cuando quita el último pétalo, dejando aquella margarita desnuda, sube la vista a la noche estrellada con los ojos empapados: no le quiere.
 Entonces algo se mueve allí arriba, entre las estrellas: es una estrella fugaz. Sankt le pide llorando lo único que puede desear ahora mismo. Nunca ha creído en el amor revelado por una margarita, o en los deseos concedidos por estrellas fugaces, y menos por las de un sueño. Pero esta vez el sueño se le antoja tan real que le duele. En mitad del concierto de sollozos, Sankt descubre que la estrella a la que le ha pedido con todas sus fuerzas, está cada vez más cerca. Se da cuenta entonces, de que se ha materializado de nuevo en una brillante luciérnaga que se acerca a él, más flotando que volando. Sin perderla de vista, tantea el césped a su lado, buscando el bote que Alv había traído consigo al sueño. Una vez que lo tiene, encierra sin dificultad alguna al insecto luminoso. Se tumba en el césped, ahora apagado, y abraza llorando su brillante deseo encerrado, decidido a no soltarlo hasta haberlo cumplido.

"Buenas noches, grandullón" suspira.





Ser como yo (Welcome to my life - Simple Plan)

 ¿Alguna vez has sentido que te derrumbas? ¿Alguna vez te has sentido fuera de lugar; simplemente como si todo se tratase de algo a lo que no perteneces, y nadie te entiende? ¿Alguna vez has querido escapar? ¿Te encierras bajo llave en tu dormitorio con la radio encendida y el volumen tan alto como para que nadie oiga tus gritos?

 No, no sabes cómo es sentir que nada va bien. No sabes cómo es ser como yo: estar herido, sentirse perdido, estar abandonado en la oscuridad. Sentirte pateado cuando caes deprimido, sentir que te han empujado. Estar a punto de romperte y que no haya nadie ahí para salvarte... No, no sabes cómo es. Bienvenido a mi vida.

 ¿Quieres ser otra persona? ¿Estás cansado de sentirte tan rechazado? ¿Estás desesperado por encontrar algo más antes de que se acabe tu vida? ¿Estás atrapado dentro de un mundo que odias? ¿Estás cansado de todos los que te rodean, con sus enormes sonrisas falsas y estúpidas mentiras, mientras por dentro estás sangrando?

 No, no sabes cómo es sentir que nada va bien. No sabes cómo es ser como yo: estar herido, sentirse perdido, estar abandonado en la oscuridad. Sentirte pateado cuando caes deprimido, sentir que te han empujado. Estar a punto de romperte y que no haya nadie ahí para salvarte... No, no sabes cómo es. Bienvenido a mi vida.

 A ti nadie te miente a la cara, nadie te apuñala por la espalda. Debes de pensar que soy feliz, pero no, no estoy bien. A ti los demás siempre te han dado lo que querías. No te has tenido que ganar nada, lo has tenido todo siempre ahí. No, no sabes cómo es...

Estar herido, sentirse perdido, estar abandonado en la oscuridad. Sentirte pateado cuando caes deprimido, sentir que te han empujado. Estar a punto de romperte y que no haya nadie ahí para salvarte... No, no sabes cómo es.

Bienvenido a mi vida.



Sólo amigos

¿Acaso no era eso lo que siempre había pedido: ser su amigo durante el resto de su vida? Pues ahí lo tenía.

 Para cuando pudo darse cuenta, Sankt le había confesado a su amigo todo lo que sentía por él, o casi todo.
Alv se había encargado de casi obligarle a que se lo contara, llevaba tiempo sospechando. Y cuando la verdad, o casi toda la verdad fue dicha, Sankt no supo qué hacer, qué decir. Sentía que perdería todo lo que tenía: su mejor amigo. Pero, como no podía ser de otra manera, Alv tomó las riendas de la situación y se encargó de borrarle a Sankt todos sus miedos.
 "Creo que no hay cosa peor a que tu amor no correspondido te trate tan bien, te asegure no cambiar nada en vuestra actual relación, te prometa no abandonarte pase lo que pase" pensó Sankt una vez que la conversación se dio por finalizada con una de sus falsas sonrisas que Alv le había forzado a esbozar.

 Sólo amigos. Eso sería para él el resto de su vida: su amigo, como mucho. No había cosa que aliviase y doliese tanto a la vez como saber que él estaría siempre a su lado, pero que jamás podría amarlo. Antes tenía dos razones por las que vivir, dos metas por las que luchar y alcanzar, y ahora sólo le quedaba una: que Alv fuese feliz cada minuto de su vida.

sábado, 11 de agosto de 2012

No sé cuidarte

 Le coge la mano y tira de él. Sankt le sigue, se muere de ganas de ir junto a él donde sea que le lleve. Alv se tumba en la cama, tiene mal aspecto.
—Cuídame. —Y no hay otra cosa que a Sankt le apetezca más hacer, así que se tumba a su lado, y le mira a los ojos.
—¿Qué te pasa, grandullón?
—Me duele la tripa.
 Sankt no sabe qué hacer, nunca ha tenido que cuidar de alguien a quien quiera tanto. Sólo se le ocurre acariciarle la tripa y darle un beso en la frente. Recuerda que eso hacía su madre cada vez que él enfermaba.
—¿Qué podemos hacer? —acaba preguntando, al sentir que no está haciendo gran cosa.
—No sé, jo.
—¿Tienes frío?¿Tienes calor?¿Te apetece tomar algo?
—Estoy bien así, cielo —contesta Alv. Pero no suena nada convincente, así que Sankt decide abrazarle y lo hace casi sin pensarlo, sabe que si lo hace acabará reprimiéndose.
—¿Mejor así? —le pregunta.
—Mucho mejor —responde. Y a Sankt le va a dar algo, todo su miedo al rechazo desaparece. Entonces decide enviarle un whatsapp, no puede arriesgarse a que se le quiebre la voz al decirle esto: "Te quiero. ¿Puedo cogerte la mano? No quiero tener que separarme nunca de ti."


 Y de detrás del pitido de aquella notificación de confesión, sale toda la desesperanza de Sankt.
—No nos vamos a separar, tranquilo —le contesta, pero con voz, y con notable intención de zanjar el tema. Ya lo han hablado muchas veces antes, debido a la inseguridad de su amigo.
 Alv ha rechazado el que se cojan de la mano, y Sankt se muere de vergüenza y de rabia. Se da media vuelta y con un neutro "buenas noches" cierra los ojos. Está apunto de llorar cuando siente que unos brazos lo abrazan por detrás, y que un cuerpo se pega al suyo. Abre los ojos y se descubre a sí mismo bajo el árbol de siempre, tumbado en el césped de siempre y a Alv abrazado a él por la espalda, como siempre. Ya está soñando.

"Idiota, ¿cómo has podido pensar que te abrazaría en la vigilia?" se dice mientras cierra los ojos de nuevo y deja salir de la cárcel —sus ojos— todos los sentimientos presos —sus lágrimas—.


Cómo saber si es de verdad




Sabes que es de verdad cuando pensar se convierte en poder verle y sentirle, con los ojos cerrados, e incluso con los ojos abiertos; cuando proyectas cada noche su cuerpo junto al tuyo en la cama, siendo capaz de creer que realmente está ahí contigo, y que no tienes por qué temerle a nada, que no podrías estar mejor protegido. Sabes que es de verdad cuando cada sueño es un encuentro mágico; cuando el sexo y los besos quedan en un segundo plano, porque un abrazo o una caricia podrían darte todo lo que necesitas, y más.

Sabes que es de verdad cuando el estar arriba o abajo no depende de otra cosa que no sea si hoy te ha hablado o no. Sabes que es de verdad cuando no te importaría dónde ni cuándo mientras fuese a su lado; cuando lo darías todo, cuando harías lo que hiciese falta por una historia real de amor infinita protagonizada por los dos; cuando tu presente no tiene sentido sin un futuro compartido. Sabes que es de verdad cuando no te importa no ser correspondido y sólo quieres vivir con él el resto de tu vida.

Sabes que es de verdad cuando miras su foto y te estremeces; cuando lo piensas y todo se revuelve por dentro; cuando os imaginas abrazados y notas que sin darte cuenta, tu estómago se ha convertido en el mayor de los mariposarios jamás pensado. Sabes que es de verdad cuando no te importa lo que hay ahí debajo, entre sus piernas. Sabes que es de verdad cuando sus ojos te lo dicen todo sin decir nada; cuando su sonrisa te hace llorar por dentro, y escuchar su voz, por fuera.

Sabes que es de verdad cuando su silencio hiere, y su ausencia mata; cuando la distancia te duele más que nunca, y te importa menos que nada. Sabes que es de verdad cuando sacas fuerzas de donde no quedan; cuando no puedes esperar más, pero esperas. Sabes que es de verdad cuando aún sabiendo que todo está perdido, sigues luchando; cuando de repente quieres intentarlo, y por primera vez no te rindes: sabes que es de verdad cuando inventas la esperanza.

Sabes que es de verdad, que estás enamorado y que lo estás como nunca, cuando no te importa nada y no te importa nadie que no sea él; cuando te lo jugarías todo y te quedarías sin nada. Cuando harías todo lo posible, todo lo necesario, porque él fuese la persona más feliz del mundo... aunque no fuese a tu lado.

Te amo. Y ahora sé que es de verdad.

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

Entradas populares

A partir de hoy...

A partir de hoy...
- Ligia García y García