miércoles, 3 de julio de 2013

Por qué creo en el amor

 Quizás la culpa sea de la bibliotecaria de mi pueblo, que desde que se enteró de que era gay no ha parado de incluir en mi pack mensual de libros a leer alguno que otro perteneciente a la colección "Ellas". Qué gracia me hace que ahora la segmentación de mercados elija qué novela debes leer si eres hombre y cuál si eres mujer (u homosexual, claro); pero más gracia aún me hace que estos libros suelan encantarme.

 Y es que uno, desencantado de la vida y del amor, coge uno de estos libros y no puede evitar que se le antoje vivir una historia de amor perfecta con final feliz incluido, llena de príncipes azules y mariposas en el estómago. Echo tanto de menos a alguien que me demuestre que no me equivoco cuando creo en el amor, que antes de acabar una de estas novelas (por llamarlas de alguna forma) ya estoy buscando otro pastel del estilo que comerme con los ojos.

 Esta fe en el amor también se la puedo deber a mi madre, que me cuenta que sigue sintiendo un cosquilleo por todo el cuerpo cada vez que besa a mi padre; o a éste, que no puede evitar sonreír cuando ella sonríe, por muy mal que vayan las cosas o muy duro que haya sido el día.

 Incluso puede que la culpable sea la adolescencia, esa bestia de fuerza inmensurable que nos hace creer que los "para siempre" existen, que somos capaces de todo y que se puede cambiar el mundo. Seguramente también sea ella la responsable de esta sensación de que no llegará el día en el que tú no seas la persona cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío.

 Y de nada sirven todas estas especulaciones porque realmente, el amor no será más que química y biología: el arma más sencilla pero también la más dolorosa que encontró la naturaleza para hacernos copular como conejos y dejar descendencia de manera segura (se supone que el amor mantendría unida a la pareja para que las crías estuviesen cuidadas por ambos, qué risa). Pero si las madres y padres solteros, los homosexuales, los asexuales y el inventor de los métodos anticonceptivos nos reímos en la cara de la naturaleza (en la medida de lo que se puede), ¿por qué no lo va a hacer el amor?, ¿por qué no va a dejar de ser un conjunto de meras reacciones químicas para pasar a ser algo más?, ¿por qué no va a ser para siempre?

 A cada palabra que escribo me doy cuenta de que estoy más loco y que posiblemente crea en el amor porque es bonito o porque siento envidia de las parejas que se ríen y besan por la calle y en las películas, o simplemente porque quiero ser feliz y a la gente enamorada se le ve feliz;

 de que quizás todo esto no sean más que falsas razones que busco para no aceptar que 
creo en el amor porque sigo creyendo en ti.

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

Entradas populares

A partir de hoy...

A partir de hoy...
- Ligia García y García