sábado, 23 de marzo de 2013

Tartamudo sentimental

 "Tartamudez sentimental". Sí, me gustan esas dos palabras para describir mi situación. Siento más rápido de lo que soy capaz de contar. Tengo tanto de lo que hablar que se me atragantan las palabras; tengo tanto que decirte que no sé por dónde empezar. Si trato de hablar en serio sólo acabo encontrando silencio, y si trato de ser sincero sólo me salen te amos desesperados. Y es que a veces, cuando necesitas escribir y no sabes cómo hacerlo, qué decir o de qué hablar, lo mejor es confesarte tartamudo sentimental.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Amanecer juntos

Ella (Escrito por Ella)

 Salió titubeante de la habitación, no quería separarse de ella. Aún revuelta entre las sábanas, ella cerró los ojos intentando pensar en cómo las cosas habían cambiado. Lo que más le gustaba de él era aquello que no tenían en común. Adoraba discutir sobre ello hasta altas horas de la madrugada, las ojeras del día siguiente no eran más que cicatrices de una guerra que acababa siempre empatada por un beso. Eran diferentes, se complementaban. Él le había enseñado a levantar los pies del suelo y saltar sin ningún motivo, ignorando lo poco que a ella le gustaba salirse de lo lógico. Otra de las cosas que adoraba era no saberlo todo sobre él, el despertarse cada mañana creyendo conocerle y acostarse descubriendo algo nuevo. Le hacía sentirse bien y aunque fueran pocos los minutos que llevaran sin hablar ya le echaba de menos, como le hubiera pasado si no llega a abrir los ojos dándose así cuenta de que él la estaba mirando, con una sonrisa en la cara. Cómo no, una vez más, la había vuelto a sorprender.


Él (Escrito por Él o yo)

 Trató de engañarse a sí mismo saliendo de la habitación como si nada, como si separarse de ella no constituyese uno de sus mayores miedos, mientras ella se revolvía sensual y somnolienta entre las sábanas. Cometió entonces el error más bonito del día: volverse para mirarla por última vez. Sus ojos quedaron presos de ella y él quedó preso de sus propios ojos, que no le dejaron apartar la mirada de su princesa, ni parpadear, ni siquiera llorar de felicidad. Recordó sus versos favoritos de aquel poema que hablaba de libertad y amor (Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío) y se sintió el preso más afortunado y libre del mundo. Decidió hacerse con el poder de su mente, ya que los ojos se le resistían, empapó cada instante de su pensamiento de ella: de su sonrisa, de su olor, de sus besos... y pensó entonces en cómo habían cambiado las cosas, en cómo de repente aquellos ojos rebeldes se habían descegado para amarla, para amar a cada detalle, por ínfimo que fuese, de su ser.

 Lo que más le gustaba de ella era que compartía con él su afición por aprovechar el menor atisbo de discrepancia entre ellos para desencadenar una tras otra las discusiones más absurdas que jamás se habían librado, las cuales siempre acababan en victoria (sus besos), aunque ella defendiese que se trataban de un empate. Además coincidían sus intereses por el cine, la escritura, por lo bien hecho, por los besos interminables, pero sobre todo por pasar todo el día el uno junto al otro. Él era feliz cubriendo la parte irracional de la que ella carecía y se le antojaba necesario que a veces ella tirase de él, desde la tierra, para ponerle de vez en cuando los pies en el suelo. Pero de entre todas las cosas que le volvían loco de ella, las que lo habían enamorado eran aquellas pequeñas manías y rarezas suyas (como la de pararse, al escribir, a pensar en si cada pronombre personal se trataba de un complemento directo o indirecto). Entonces, paró aquel carrusel de pensamientos y se preguntó: "¿La amo? ¿Le amo? ¿Cómo se dice?". Ella abriendo los ojos, sorprendida por su presencia, le dio la respuesta sin decir nada, simplemente devolviéndole la sonrisa; y él la escuchó en su cabeza: "te amo, se dice" y se metió de nuevo en la cama para volver a levantarse y vivir una y otra vez aquel bucle perfecto.

jueves, 14 de marzo de 2013

Te quiero, ¿y qué?




¿Y qué si sólo se vive una vez? ¿Y qué si la vida son dos días? ¿Y qué si no recuerdo cómo era la mía antes de conocerte? ¿Y qué si hay que olvidar el pasado y vivir el presente?
¿Y qué si estoy malgastando la mejor época de mi vida pensando en ti? ¿Y qué si quiero seguir agarrado a cuánto te amo hasta morir?

 ¿Y qué si no me quieres? ¿Y qué si nunca me vas a querer? ¿Y qué si puede que nunca te vuelva a ver? ¿Y qué si nunca olvidaré tu olor? ¿Y qué si sin tus besos no sabré lo que es vivir? ¿Y qué si he olvidado cómo sonreír sin ti? ¿Y qué si ya no me das cada día los buenos días? ¿Y qué si te has olvidado de mí? ¿Y qué si lo nuestro ha terminado? ¿Y qué si nunca volverá a ser? ¿Y qué si nunca fue? ¿Y qué si nunca lo entendiste?
¿Y qué si no lees estos "y qué"? ¿Y qué si ya no existes?

 ¿Y qué si nadie me entiende? ¿Y qué si no sé ser sin ti? ¿Y qué si estoy solo? ¿Y qué si mis palabras ya no tienen ningún valor? ¿Y qué si ya no vivo más que para dormir y poder amarte en mis sueños? ¿Y qué si ya  nada es cierto? ¿Y qué si no soy feliz?

martes, 12 de marzo de 2013

Volverá a ti el verano

(Sé que) algún día 
dejarás de ser frío conmigo;
y volverá a ti el verano.

Volverá a ti el verano 
como las golondrinas de Bécquer volvieron
al lugar del que un día volaron;
y tú y yo seremos los de antes.
Y me dirás te quieros sinceros, 
porque me querrás de nuevo y sin interrogantes.

Me querrás de nuevo y sin interrogantes, 
y sin miedo. 
Y volveremos a ser felices "juntos", 
en la distancia,
como solíamos. Y merecerá la pena todo el dolor 
que son hoy tus palabras.

Y la pena merecida me abandonará
cuando vuelva a soñar contigo;
cuando sea mío
—azul, luchado—
un futuro a tu lado,
emigrante, amigo.

domingo, 10 de marzo de 2013

Con ella en París

 Ojalá pueda llevarte algún día: te invitaré a cenar pizza en el restaurante más bohemio de todo el Barrio Latino, subiremos las casi 500 escaleras hasta Le Sacré Cœur y veremos París de noche, todo nuestro por un instante; luego bajaremos y te compraré en los puestos callejeros una cajita de música que toque À Paris, y la escucharemos juntos hasta quedar dormidos en un hotel cutre, viendo la luna llena por la ventana y bajo ella, La Tour Eiffel.

viernes, 8 de marzo de 2013

De mí sobre ti

A veces te echo de menos; a veces vuelves a gustarme.

Echo de menos tu bañador rosa en verano,
y tus guantes marrones y tu bufanda beige en invierno;
echo de menos empezar a jugar a la play y acabar haciéndolo en el sofá.

Me gusta ser el único que sabe el nombre
de quien besó por primera vez estos labios ahora de nadie;
me gusta que ese nombre sea el tuyo.

Nos echo de menos tumbados sobre la arena, mirándonos;
nos echo de menos haciendo el amor en la piscina.

Me gusta mirarte cada día como si no te conociese
cuando pasas por mi ventana
y que finjas que no sabes que te estoy mirando.

Echo de menos tu sonrisa y el no poder evitar copiarla cuando sonreías;
echo de menos sonreír.

Me gusta que lo nuestro fuera un error
y me gusta que nos equivocásemos;
me gusta que no seas el amor de mi vida.

Te echo de menos: a ti y a los momentos a tu lado;
y me es inevitable buscarte, y sólo encontrarte en los recuerdos,
porque eres lo mejor que me ha pasado.

"Ya no será..." de Idea Vilariño

Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.


No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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- Ligia García y García