lunes, 28 de abril de 2014

La nueva paleta de este pintor

El verde ya no es para la hierba,
ni el azul para el cielo;
sus ojos y nuestros amaneceres
le han robado los colores a este mundo.

El azúcar ya no es para el café,
ahora es para sus besos;
ni el sabor salado para el mar,
sino para su piel.

Ya no es para la violeta el morado,
sólo él y yo sabemos para qué;
aunque el naranja siga siendo
para los atardeceres a su lado.

Son segundos los minutos,
y minutos las horas,
y 4 días en Granada
el instante más feliz de toda mi vida.

El rojo para la sangre
que ya tiene sentido que corra por mis venas,
y el amarillo para el Sol bajo el que quiero vivir junto a él,
el resto de mis días.

Y como desde que le conocí
para los poemas no hay finales,
acabaré con una conclusión:
estoy enamorado de Alejandro Rico Pérez;
aunque esas tres palabras ya no sean para su nombre,
sino para mi descripción de amor.

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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