lunes, 1 de octubre de 2012

Donde nace el deseo

 Os diré, víctimas del deseo, dónde nade vuestra debilidad: en una estación de tren, en un vagón cargado de improbables tirado por la locomotora sociedad. Es un tren que cuando parte no imagina el peligro del viaje; que se come las vías, apresurándose al detonante de la tristeza o la felicidad: esa bifurcación que te lleva por el camino del deseo cumplido o el de la más profunda decepción. Se cumple o no, eso es todo. ¿Acaso no somos felices o no en función de nuestros deseos hechos realidad y los que se quedan en el camino?

 Mi mayor y único deseo, nació mucho antes que yo, cuando nació la posibilidad de que tú y yo existiésemos algún día en el mismo mundo:
 Antes que mi cuerpo, nació el deseo de abrazarte; antes que mis labios, mi necesidad de beberte a morro; antes que mis ojos, la imposibilidad de no enamorarme cada vez que encuentran los tuyos...; y antes que mi voz, el "te amo" para intentar, sin éxito, expresar lo que siento por ti.

 Cuando te conocí entendí que mi existencia no era más que el deseo necesariamente personificado. Por eso siempre había sentido que no estaba vivo, que no formaba parte del cosmos, que este no era mi sitio...
 Y desde entonces tampoco vivo, porque el deseo no se vive, se desea.

 Cuando te conocí empecé a existir y por consecuencia, a sufrir.


Y ahora, ¿qué?

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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- Ligia García y García