viernes, 10 de agosto de 2012

Terceros

El eslabón perdido. El segundo plato, o incluso el postre. La alternativa. El plan Z.
Eso soy yo: con lo que te quedas cuando lo bueno de verdad se acaba.

Nunca he querido llegar a importarle a un amigo lo que le puede importar su pareja, obviamente. Pero sí que me cuesta ser "el tercero". Esa persona que está ahí cuando el mejor amigo de su amigo falla, pero que a la hora de la verdad se queda sin nada, porque todo el cariño se ha repartido para cuando llega a él. 

En su mundo las personas jerarquizan los sentimientos, incluso seleccionan a sus amigos dependiendo de los intereses a la hora de pasar el tiempo juntos. Entonces, ¿qué pasa con los que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa por nuestro mejor amigo, sin ni siquiera serlo para él; esos que no tenemos pareja, y que siempre que se pueda vamos a ser sustituidos por otro mejor amigo que se ha ganado el puesto por el tiempo o por los intereses? Nosotros estamos ahí, flotando en la nada, sin un estatus sentimental determinado. Los terceros. Los que no podemos permitir que esa persona esté mal, los que damos todo aún sin recibir nada a cambio, sin sentirnos correspondidos. ¿Quién nos da el cariño a nosotros? ¿Quién nos cuida? ¿Acaso no estamos solos? Claro que sí. Solos no, solísimos. Y tenemos todo el tiempo del mundo para pensar, para darnos cuenta de la verdad de nuestros sentimientos, para sentir que hemos entrado en un bucle sin salida. Tenemos todo el tiempo del mundo para asimilar que ese bucle se llama amor.

Y no hay nada peor, creedme, que ser un tercero enamorado.

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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