jueves, 16 de agosto de 2012

Buenos días

 Alv abre los ojos, y casi antes de poder ni siquiera darse cuenta de dónde está, escucha la voz de Sankt.
—Buenos días, grandullón.
 Están en su cuarto, en la cama. Él está tumbado sobre su amigo, que juega con su pelo, y de vez en cuando le acaricia la cara para comprobar si ésta se encuentra libre de lágrimas.
—¿Qué haces aquí, Sankt?
—Quería asegurarme de que ya que no dormías, no lo hicieras solo.
—¿Llevas toda la noche aquí, despierto conmigo?
—Por supuesto. Tu pelo causa adicción, ¿sabías? —contesta Sankt riendo.
—Pero...

 Alv está confuso, quizás le cueste tanto pensar por la falta de horas de sueño. Entonces lo recuerda: ayer le había contado qué le pasaba a su amigo. No había servido de mucho, en realidad sólo para hacer que Sankt se quedara despierto toda la noche con él.
—Si quieres me puedo ir ya, pero tú deberías descansar un poco. Todavía puedes dormir algo —le dice Sankt al notar que no se encuentra muy cómodo.
—No, si no... —responde Alv, sin acertar a decir nada coherente, sin ni siquiera ser capaz de pensarlo.
—Está bien —exclama Sankt con energía—, me avisas cuando despiertes, ¿vale? —. Y se levanta de la cama suavemente, dejando la cabeza de Alv sobre la almohada, que hasta ahora había sido él.
—Gracias.
—¿Qué? Anda, anda. No digas tonterías y hazme un favor: deja de pensar y trata de dormir, en serio.

 Sin darle tiempo para contestar, su amigo desaparece, entonces Alv como respuesta decide hacerle caso y cerrar los ojos para dormir, sin pensar. Cuando los abre se da cuenta de que sorprendentemente lo ha conseguido, ya que la luz que entra por la ventana como única iluminación ha cambiado bastante, al igual que el ambiente en la habitación. Se pregunta si no habrán pasado incluso días, y mira a su reloj de muñeca para averiguar la hora. Entonces la ve allí, ve a la pulsera: la pulsera que Sankt le había regalado por su cumpleaños. No es una pulsera bonita, en realidad, Alv hizo prometer a su amigo que no se gastaría dinero en el regalo; y éste le hizo caso: cogió un trozo de cinta de lazo y escribió en ella "ABRAZO". Cuando se la dio le pidió a Alv que se la atara a la muñeca y la mirara cada vez que necesitara uno, y cerrara los ojos para sentirlo, el abrazo, que él desde cualquier parte del mundo, se lo estaría dando. Alv se descubre sonriendo al recordarlo, y cierra los ojos para pedirle un abrazo a su amigo. Lo siente, siente el abrazo: cálido, completo, lleno de paz y sobre todo, lleno de todo el amor del mundo.

 Entonces se incorpora. Si hay algo que Alv odia hacer es huir de los problemas. Y aunque no le apetece para nada vivir de nuevo otro día, se levanta de la cama. Al darse cuenta de que Sankt ha acertado el lado de la cama por el que se ha despertado, Alv piensa que quizás no le espera un tan mal día, al fin y al cabo, y se dispone a leer la nota que su amigo le ha dejado allí, sobre la mesita.

 En la vida acostumbramos a perder grandes cosas y pensar que no encontraremos jamás otras más grandes o mejores. Yo no quiero ser algo más grande o mejor para ti, sólo quiero estar a tu lado en noches como ésta. Y eso, al fin y al cabo, es para mí lo mejor y lo más grande: estar a tu lado. Espero que hayas descansado, lo necesitabas. Te quiero, y si me dices que tú más, yo te digo que te quiero, te adoro, y te vuelvo a querer.



No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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