miércoles, 31 de octubre de 2012

Nosotros

 Hoy, mientras fumaba un cigarro que me ha resultado infinito, he vuelto a nuestro lugar secreto de travesuras. He vuelto a ver nuestro "graffiti" matando el inmenso blanco de aquel edificio.
He vuelto a ver aquella firma de amistad eterna que algún día juramos:  Y YO.

 Decidimos tachar nuestros nombres por miedo a que nos multaran, o algo. Pero en el fondo lo único que temíamos era que tú dejases de ser tú y yo dejase de ser yo, y que nosotros dos dejáramos de ser TÚ Y YO. Y en realidad, así ha sido: tú ya no eres tú y yo ya no soy yo. Los dos hemos cambiado, ya no somos los de antes.

 He vuelto a mirar a través del humo aquel  Y YO y he sonreído: esa Y sigue intacta, sin tachar. Nunca seremos los de antes, nunca. Ni siquiera volveremos a ser los de ahora. Pero esa Y siempre estará ahí. ¿Sabes por qué? Porque a nosotros jamás nos ha importado quiénes somos cada uno, sino lo que somos juntos.

 Como el cigarro, se ha consumido mi miedo a perderte. Y al tiempo que ha surgido una solitaria carcajada de mí sin que ni siquiera me diese cuenta, han surgido el TÚ y el YO de detrás de aquellos trazos nerviosos que una vez intentaron tacharlos para siempre. Y es que en el fondo, siempre seremos ese NOSOTROS. Sólo hace falta centrar la mirada en la Y (nuestra unión), para que resurjan los nombres de las personas que fuimos algún día.

 Siempre serás tú la que haga de mí el verdadero yo. Te diría que te quiero pero es que en realidad, nos quiero.

martes, 30 de octubre de 2012

Cómo ser una mierda feliz como las de Whatsapp


 ¿Sabéis qué? Hoy me ha salido todo como una mierda. Sí, como una mierda bien marrón, olorosa y cremosa; como las de Whatsapp pero sin sonrisa; de las que cagas después de llevar dos semanas haciendo el "plan Activia" (no es que yo lo haya hecho, ni nada); de las que las moscas se apoderan de ellas y las devoran cual mejor banquete jamás visto (y olido). Sí, hoy me ha salido todo como una mierda. Hoy y ayer, ayer y antes de ayer,... Y así llevo semanas, meses. Cuando todo te sale mal, ves que tus esfuerzos no dan fruto y sientes que no estás consiguiendo nada, que no alcanzas tus metas, que no avanzas en el camino, te dan ganas de tirar la toalla, de rendirte, pero ¡MEEEEEC! *ERROR*

Rendirse no es una opción.
La única forma de perder es darse por vencido.
Hasta cuando morimos ganamos, pues morir significa haber vivido.
Equivocarnos sólo nos acerca un poquito más a acertar.
No existe la derrota, sino la demora de la victoria.
No existen los rivales, sino los compañeros de batalla.
No existen los ganadores, sino los que llegan antes a la meta.
Si no dejas de correr, algún día tú también llegarás.
Si luchas, ganas.
Si amas, luchas.
Si existes, amas.

 Como existo, te amo. Como te amo, voy a luchar. Como lucharé, ganaré. Como ganaré, algún día tu felicidad dependerá de la mía al igual que la mía depende hoy de la tuya; porque no hay para mí mejor excusa para no rendirme, que tu sonrisa.

 Te prometo que voy a luchar, por mí. Pero si lo hago es porque ese "mí" es necesario para poder formar en un futuro, un "nosotros".

 Te quiero mucho.
                

domingo, 28 de octubre de 2012

Prohíbeme mucho

 Ojalá pudiese abrazarte,
y tú me prohibieras soltarte jamás.
 Ojalá pudiera verte, 
y tú me prohibieses dejar de mirarte.
 Ojalá pudiese tocarte,
y tú me prohibieras separar mi piel de la tuya.
 Ojalá pudiera besarte 
y el fuego te impidiese 
prohibirme desbesarte.

 Ojalá pudiese cantarte, 
y tú me prohibieras callarme para siempre.
 Ojalá pudiera soñarte, 
y tú me prohibieses despertar.
 Ojalá pudiese escucharte, 
y tú me prohibieras desatenderte.
 Ojalá pudiera volar 
y la felicidad de volar a mi lado 
te impidiese prohibirme aterrizar.

 Ojalá pudiese decirte mil te quieros, 
y tú me prohibieras dudar de los tuyos.
 Ojalá pudiera dormir contigo, 
y tú me prohibieses dormir desabrazado.
 Ojalá pudiese contarte que voy a morirme, 
y tú me prohibieras dejar de vivir.
 Ojalá pudiera amarte 
y tú me prohibieses pensar 
que tú nunca me amarás.

 Necesito que me vuelvas a prohibir que me rinda, que me vuelvas a prohibir desesperar, que me vuelvas a prohibir pensar que no me quieres, que me vuelvas a prohibir dejar de luchar por ser feliz.

 Pero sobre todo, necesito que me prohíbas dejar de soñar con una vida a tu lado, porque eso era lo que me hacía feliz, pensar en un futuro "nosotros".

sábado, 27 de octubre de 2012

Deber, querer, desear

Debo olvidarte. Quiero olvidarte. Deseo amarte.

El deber es para los civilizados, y yo por ti he perdido cualquier tipo de orden social y mental.
El querer es para los valientes, y los valientes no intentan huir de la vida dos veces por semana.
Yo no soy lo suficientemente inteligente para saber qué debo o no hacer y soy lo bastante cobarde como para no tener ninguna fuerza de voluntad, ninguna fortaleza que me haga luchar por lo que quiero.
Pero tengo algo mucho más fuerte que el "debo" y el "quiero" juntos: el "deseo".
¿Sabéis qué es lo mejor de desear?: que sólo consiste en sentir, en esperar; y a veces puede ser precioso, maravilloso, si tus deseos se hacen realidad.
¿Sabéis qué es lo peor de desear?: que aunque el deseo esté tan lejos que no puedas alcanzarlo, aunque no tengas las suficientes fuerzas para seguir luchando por él, aunque seas plenamente consciente de que es imposible de cumplir, no dejas de desear, sigues deseando, incluso con más potencia que cuando desconocías su imposibilidad, su inaccesibilidad.
Entonces se acaba todo: las ganas de sonreír, de desear otra cosa que alcanzar con la que ser feliz, las ganas de vivir... Lo único que queda es el deseo, lo único que queda es el deseo...

Mientras viva te recordaré, cuando muera será porque te haya olvidado. Porque tú eres el deseo que me mantiene vivo, porque los deseadores como yo necesitamos deseos para vivir. El problema es que hace tiempo que dejé de ser un deseador y me convertí en un amante: cuando te deseé y me hiciste prisionero de tus abrazos, cuando me condenaste a la pena de muerte más dura que jamás ha existido: morir de amor por ti.

Lo único que queda es el deseo, y mi último deseo se transformó en la necesidad de que estuvieses bien, de que fueras feliz, de que algún día me amases...

Lo único que queda es el deseo, por eso me abrazo al amor que te tengo, más fuerte incluso de lo que un día me abracé a ti.


miércoles, 24 de octubre de 2012

Se ha acabado casi todo

 Saca la cabeza de debajo de almohada para darle alguna explicación al sonido metálico que le ha parecido escuchar: son unas llaves de casa. Con aquel "buenas" dejado y triste, Sankt descubre que es su madre la que acaba de entrar a casa. Espera unos segundos a que la puerta de su cuarto se abra y aparezca tras ella su madre regañándole por estar allí tumbado y llorando, como suele hacer, pero al igual que estos dos días atrás, su madre ha abandonado la costumbre. A Sankt el primer día le resultó un alivio, el segundo ya lo echó de menos. Se siente abandonado, solo —como siempre—, pero esta vez la sensación es demasiado real.

 Hace recuento de las palabras que ha dicho en estos últimos días y por un momento teme que se le olvide hablar. Tose a caso hecho y canta una estrofa de una canción pegadiza que ni sabe cómo se llama. Se tranquiliza al recordar cómo se habla y notar que sus cuerdas aún no se han oxidado, aunque de tan poco escucharla hasta su voz se le antoja ajena. En casa no sale de su cuarto y en el instituto, bueno, Sankt supone que la gente ya se ha acostumbrado a verle llorando, perdido, o encerrado en el baño, por lo que ni sus "amigos" le preguntan qué le pasa, además de saber que obtendrán un "nada" por respuesta. No es que Sankt no quiera contar lo que le pasa, es que no sirve de nada que lo cuente. Con Alv solía inventarse que estaba agobiado por el instituto, o que le dolía la cabeza... Ya no hablan. Es decir, intercambian palabras, pero no se dicen nada. Es eso. Eso es lo que le pasa a Sankt.

—¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú?
—Bien.

"Y ya está. ¿Esto es todo?" se pregunta Sankt cada vez que sus conversaciones mueren. Se ha acabado la magia entre ellos, esa amistad rara, especial, esas sonrisas sinceras que Sankt había conseguido volver a esbozar cuando Alv empezó a hablarle. Pensaba que su nuevo amigo no se cansaría de él como todo el mundo, pero ha resultado ser así. "Mierda, te lo dije" se dice a sí mismo, recordando cuando se advertía que algún día Alv también se cansaría de ser su amigo. Entonces, coge papel y su bolígrafo verde de escribir cosas importantes y escribe:

Se ha acabado todo: tu necesidad de nuestros abrazos, mis palabras, tus ganas de mí, mis ganas de ser feliz... Se ha acabado todo, todo. Todo menos lo inacabable, lo más infinito del Universo: mi amor por ti.

 Sankt pega con cinta adhesiva al porta-retratos que guarda su foto con Alv la pequeña nota que desvela su gran tristeza. Sin pensarlo se dirige a la cocina, al mueblecito que funciona de botiquín en casa.

 "Maldita sea, olvidé que la última vez mamá lo cerró con llave"

martes, 23 de octubre de 2012

Yolanda

Joven, inteligente, guapa, brillante.
Adolescente escondida en un cuerpo de mujer.
Única, mágica, feliz.
Me hizo creer en la poesía
porque ella es poesía y real
aunque parezca sueño.

Estrella fugaz, deseo cumplido.
Fue mi hada madrina, mi mejor amiga.
Compartimos poema,
entre otros. Me sonrió
y me hizo sonreír
y reír. Aún la quiero.

Nunca olvidaré su risa,
nuestro discutir continuo,
sus gestos, sus palabras,
sus abrazos que siempre pensé
(y pensaré),
que fueron y serán pocos.

domingo, 21 de octubre de 2012

A mi yo del futuro

 Querido Sankt del futuro:

 ¿Qué tal por allí? Espero que genial. Aquí en el pasado se tiene de todo (comida, casa, familia, amigos, "dinero", salud, etc) menos de lo único que realmente hace falta: su amor. Deseo con todas mis fuerzas que hayas entendido de una vez que él nunca te amará; que te hayas rendido e incluso que no sepas ni de quién te estoy hablando. Pero como nos conozco demasiado bien —a ti y a mí—, sé que aún no le has olvidado, ¿verdad?; que aún sigues esperando, que lo sigues queriendo cada día más, que eres el mismo loco de amor que soy yo ahora, pero con unos cuántos años más.
 ¿Cómo está él? Dime que bien, por favor. ¿Sigue con el otro?, ¿siguen enamorados?, ¿han vencido por fin la distancia?, ojalá sea así. 
 ¿Hablas con él?, ¿sabes si es feliz? Claro que sí, necesitas saberlo, necesitas que lo sea... En ese caso, espero que lo sea mucho, porque eso significaría que tú también.
 Y bueno, tú, ojalá hayas aprendido a descentralizar tu vida de él, a ser feliz con las pequeñas grandes cosas de la vida, esas que son gratis, esas que antes solían hacerme la persona más feliz del mundo.
 Si todo va bien no contestes, si algo va mal házmelo saber en cuanto recibas esta carta. Y sobre todo lucha, sonríe, vive y nunca olvides el Sankt que ambos fuimos algún día. 

 Un saludo, ten cuidado.

Postdata: abraza a mamá.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Eternas 7:59 de la mañana

 Sankt no lo soporta más, lleva toda la noche sin ver a Alv, y lo echa mucho de menos, muchísimo... Como sabe que él también está soñando, va en su busca. Y de repente desaparece la playa que él mismo ha soñado a caso hecho para estar sólo con las olas y el viento, y aparece su propio cuarto, con Alv allí, en su propia cama. Lo encuentra tumbado, arropado hasta arriba y con cara de niño pequeño enfadado (lo que es realmente). Antes de acercarse a él, se fija en la claridad que entra ya por la ventana, "deben de ser las 8 de la mañana, al menos", se dice. Entonces vuelve a fijarse en su amigo, en lo precioso que está iluminado con esa luz tan tenue que la mañana de sus sueños le ha regalado, y detiene el tiempo: es lo que prefiere hacer cuando está soñando, sobre todo si Alv le está abrazando o sonriendo. Y con el reloj congelado en las 7:59, se dirige a la cama y se introduce en ella muy despacio, con cuidado de ni siquiera rozar a su grandullón enfurecido.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta éste al darse cuenta de que tiene compañía, y de que es Sankt.
—¿Yo? Meterme en mi cama, ¿y tú? —responde Sankt recalcando con tono burlesco el "mi".
—¿Eh? ¿Qué hago aquí? Yo estaba... —el invitado está confuso.
—Shhh, ¿te das media vuelta y me miras? —perdido, Alv le hace caso a su amigo. 
 Ahora ambos se miran. Sankt sonríe, pero no obtiene respuesta.
—Supongo que pasa algo, y supongo que no querrás hablarlo.
—No, j... —se dispone a contestar Alv.
— Hey —le interrumpe Sankt—, basta de jos. Hace tiempo que cuando hablo contigo sólo recibo un "jo" como respuesta a todo y créeme, cada vez siento más que hablo con un desconocido.
 Alv se queda en silencio mirándolo fija y tristemente. Si Sankt tuviese que representar gráficamente la situación que ha causado, utilizaría sin duda unos puntos suspensivos.
...

—No hace falta que me cuentes nada, pero sí que estés feliz, sabes que eso sí lo necesito. Y de verdad, entiendo que todos tengamos nuestros días buenos y nuestros días malos pero me gustaría enseñarte a sentir la sensación que tú me enseñaste a sentir a mí (sin darte cuenta) algún día, no recuerdo cuando: y es que a pesar de lo animados o desanimados que nos levantemos un día, pese a todas las cosas malas que nos puedan pasar en él, y aunque el pasado nos martirice y el futuro nos preocupe, en el fondo de nosotros mismos tenemos que saber y sentir que la vida puede ser maravillosa, ¿cómo que puede ser?, ¡lo es!, ¡la vida es maravillosa!. A mí me lo demostró poniéndote en mi camino, ¿y a ti?, estoy seguro de que te lo ha demostrado en miles de ocasiones, segurísimo, y si no lo ha hecho, ya lo hago yo: 

 "VAS A TENER CADA COSA QUE DESEES EN LA VIDA, TE LO PROMETO. SÓLO TENDRÁS QUE DECIR MI NOMBRE, Y ACTO SEGUIDO DESEAR..."

—Ésta es la garantía de felicidad que te puedo ofrecer —continua Sankt—, ésta y que siempre, siempre, siempre, y pase lo que pase, te querré. Y creo que sabiendo que alguien que te quiere como yo lo hago va a estar siempre ahí, dispuesto a todo, no se puede tener miedo a nada, ni pensar que un día no va a ser bueno. Así que prohibido, no, prohibidísmo dejar de creer en los "buenos días" cada mañana, ¿vale? —termina Sankt, sin darse cuenta de que una de las sonrisas más sinceras ha brotado en su boca.
—Date media vuelta —responde Alv secamente tras un silencio que a Sankt le ha parecido eterno.
 Sankt obedece sintiendo que ha fracasado una vez más intentando a ayudar a Alv, mientras su sensibilidad se pone de manifiesto en sus ojos empapados. Entonces unos pies acarician los suyos, allí abajo, en el mundo de las sábanas revueltas. Una mano ajena rodea su costado, otra se hunde entre su cuerpo y la cama saliendo al encuentro con la primera. Entonces Sankt siente un cuerpo pegado al suyo, y acto seguido, un corazón latiendo en su espalda. Al darse cuenta de que en cuestión de segundos el suyo se ha puesto al ritmo de los latidos del corazón desconocido, descubre que Alv le está abrazando muy fuerte. Sankt tiembla.
—Shhh. Estoy aquí. Gracias, te quiero. —susurra Alv a su oído. Sankt, como no, llora.

 Ahora los dos contemplan juntos la foto que Sankt ve cada noche antes de viajar al mundo de los sueños, y cada mañana justo después de volver de él: una ventana a aquel 11 de Septiembre. "Una foto tan real, en una situación tan inexistente", piensa Sankt.

8:00 

—Buenos días, grandullón. —bosteza. Y la respuesta silenciosa de su ausencia le trae unas lágrimas de desayuno a la cama.



sábado, 13 de octubre de 2012

Contigo













¿Cómo estás?

Bien
Mal
Regular
Genial
Fatal
Contigo

 He descubierto que desde que te conozco desconozco estado de ánimo. ¿Cómo estar bien si no me amas? ¿Cómo estar mal si te he conocido y he sentido la mejor sensación que existe: tu azul? ¿Cómo decir que estoy regular si desde aquel "hola" soy la persona más irregular del mundo?

 De los colores mi favorito eres tú, cielo. Sí, azul cielo. Lo miro y te veo, por eso tengo tanto miedo a que se haga de noche: el naranja del atardecer me roba tu color y me trae los sueños que lloro porque no son realidad.

 Eres ese momento feliz de sábado por la mañana: cuando estás despierto, tumbado en la cama, jugando con las sábanas; cuando ves el día por la ventana y descubres que es perfecto para que todo salga bien.

 Llorar: en eso pienso cuando hablo contigo. Porque no te tengo, porque no me quieres, porque no te puedo siquiera acariciar, porque mis palabras no te tocan y las tuyas me machacan. Porque te quiero.

 Por eso no te diré que estoy bien, ni mal, ni regular, ni ningún estado que entre dentro de lo normal. Te diré que estoy a tu lado, callado, amigo; porque existo por y para ti, y estar no puedo, mas que si no es contigo.

Lo imposible

 13 de Octubre, 2018



 Sankt corre las cortinas que Alv se había empeñado en comprar aquella vez que por aburrimiento habían ido a Ikea a dar una vuelta (aunque al final volvieron a casa con dos carros de decoración que la harían acogedora). Piensa que no son feas del todo, al fin y al cabo, y descubre tras la ventana el silencio empapado de su ruido favorito: Madrid. Mira el reloj una vez más y se dispone a preocuparse cuando escucha unas llaves buscando la cerradura de la puerta de casa. Por el tipo de tanteo sabe de sobra quién es, por eso sonríe.

—Hola pequeño —saluda Alv jadeante y todo pasado por agua mientras traspasa el umbral.
—Llega tarde, profesor —responde Sankt riéndose. Alv pone los ojos en blanco.
—Lo siento, joder. No sabes qué día llevo —se quita la chaqueta y suelta la mochila.
—Hey, grandullón, que era broma. Va, dejemos por hoy las clases, deberías ducharte antes de cenar, te vas a resfriar. 
—Vale, jo. Pero... me pagarás igualmente, ¿no? —le pregunta Alv acercándose con su cara de "sufro". Sankt le pellizca los mofletes y le responde:
—Pues claro, idiota —se ríe. Alv le da clases de italiano a Sankt y éste a cambio le paga con besos: ese es el contrato. 
 Alv se dirige a la ducha y Sankt a la cocina, no sin antes poner su disco de La Oreja De Van Gogh bien alto, muy alto. Empieza aquella canción y la cocina y la ducha se convierten en el escenario del concierto de dos jóvenes enamorados. Llega el estribillo y en voz alta cantan su forma favorita de decírselo:

—Te quiero.
—Te adoro.
—Y te vuelvo a querer.

 Las lágrimas de Sankt le dan las gracias a su subconsciente por hacerle soñar imposibles como éste. Mientras lucha por no despertarse, descubre que la felicidad no fue inventada sólo para sentirse en la vigilia. Despierta. Se seca los ojos y allí, en el techo, se ve junto a Alv, en la foto que se tomaron aquel día que alguna vez también pareció sueño imposible de hacerse realidad, y se hizo.

jueves, 11 de octubre de 2012

No soy yo quien te abandona

 Levanto la cara de la almohada. Escuece. Le quito la funda y la tiendo, espero que se seque antes de que me vaya a "dormir". Me miro al espejo para odiarme una vez más y descubro mis iris casi amarillos. Siempre que lloro se me aclaran los ojos, aunque creo que nunca lo habían hecho tanto. Ahora me fijo en mis labios, al rojo vivo e hinchados, me resultan atractivos. Mi pelo está despeinado. Lo peino. Me lavo la cara y me seco con una toalla. Me siento en la tapa del váter. Apago la luz. Pienso. Me asusto de mis propios sollozos.

 Me prometiste que nunca me olvidarías, que nunca me abandonarías. ¿Cómo soportas que no hablemos? ¿Por qué me hiciste creer que eramos al menos amigos? Nunca confiaste en mí, ¿acaso no te di motivos para hacerlo, acaso te los di para que no lo hicieras? Lo que más odiaba de ser tu amigo era no ser el mejor. Si ni siquiera me contabas las cosas... Primero me hiciste quererte y luego no me dejaste ayudarte: qué tortura. Sinceramente, ¿me consideraste alguna vez tu amigo?, ¿me quisiste como tal?

 ¿Sabes lo que más me está costando de todo ésto?: el saber que puedes llegar a pensar que soy uno más de los que te ha dejado, de esos con los que tuviste una buena época pero no fue más que eso. Me duele que no te enteres de una puta vez de que yo siempre antepondré tu felicidad a la mía; que estoy haciendo esto para descubrir si de verdad me necesitas, si te importo, si eres capaz de tragarte tu orgullo y pedirme que aguante por ti, que me necesitas como amigo. Joder, que sabes todo lo que estoy dispuesto a hacer por ti, ¿qué tengo que hacer para ser para ti algo más?: al menos un amigo de los de verdad, ¡pero de los de verdad! 

 Yo te echo muchísimo de menos, ¿y tú? Puedes hablarme, creo. Puedes no hacerlo, como hasta ahora. ¿Puedes ser feliz sin hablarme? Si es así, no lo hagas. ¿Consideras que eso me hace o me hará feliz? Ésta ya te la contesto yo: no. Pero la siguiente queda completamente para ti: ¿te importa realmente mi felicidad?

 Por cierto, recuerda: te quiero.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Cuídate

 Ya conoces mi mala costumbre de hablar por canciones: Cuídate - LOVG




















 Pienso recordarte que te quiero cada día de mi vida.

 Te quiero.

lunes, 8 de octubre de 2012

Semana 1

 No das señales de vida y yo me quiero morir, me quiero morir... Dime algo; que estás bien, por ejemplo. ¿No me echas de menos? Yo a ti más de lo que se puede soportar. Si me quieres, ¿por qué no me llamas? Ojalá vieras cómo lloro y te dieses cuenta de cuánto me haces falta.

 Lo que me duele no es el que no hablemos —que también— sino el saber que cada día que no lo hacemos me olvidas un poquito más, me quieres un poquito menos... ¿En serio nuestra amistad sólo se basaba en conversaciones de Whatsapp? Deja de fingir tan bien que no me quieres, porque estoy empezando a creérmelo de verdad...

 Dame un toque al móvil, ven a verme... no, ¡no! Dime "ven", ¡dime "ven"! Sabes que iré, que lo dejaré todo... Te juro que si no empiezas a existir en mi vida, al menos en forma de señales, me plantaré allí, en la puerta de tu casa, y no me moveré hasta que entres o salgas, para abrazarte... Me conoces, sabes que lo haré. No. Sabes que necesito hacerlo.

Te quiero, te quiero, te quiero...
Dime que tú también, o pídeme que desaparezca de tu vida para siempre. Pero dime, dime...


Sólo ha pasado una semana y tu existencia ya se desvanece, y consecuentemente también la mía. Siempre supe que me perdería las próximas navidades, siempre lo supe.

sábado, 6 de octubre de 2012

"Septiembre es nuestro"

 Y llevabas razón, Septiembre fue nuestro... 5 horas antes y 5 horas después de recibir el regalo más grande, no paré de escuchar su canción:

 "Quiero hacerte un regalo: algo dulce, algo raro; no un regalo común de los que perdiste o no abriste, que olvidaste en un tren o no aceptaste; de los que abres y lloras, que estás feliz y no finges... En este día de Septiembre te dedicaré el regalo más grande.

 Quiero entregar tu sonrisa a la Luna y que de noche cuando la mire pueda pensar en ti, porque tu amor para mí es importante. Y no me importa lo que diga la gente porque aún en silencio sé que me protegías y sé que aún cansada tu sonrisa no se marcharía. Mañana saldré de viaje, me llevaré tu presencia para que no se vaya y siempre vuelva: el regalo más grande.

 Yo quiero que me regales un sueño escondido o nunca entregado, de esos que no puedo abrir delante de mucha gente, porque el regalo más grande... es sólo nuestro para siempre

 Y estaba atento a no amar antes de encontrarte, y descuidaba mi existencia y no me importaba. No quiero hacerme daño más amor... 

 Amor negado, amor robado y nunca devuelto: mi amor tan grande como el tiempo. Y en ti me pierdo. Amor que me habla con tus ojos aquí, enfrente... Eres tú: el regalo más grande"

 Por desgracia, el cielo nos trajo Octubre...


La fiesta de mi vida se ha acabado desde que no hablamos, pero tú siempre serás para mí el regalo más grande...

viernes, 5 de octubre de 2012

Pero si es que yo... nunca me acuerdo de olvidarte

 Que se me salgan los ojos de las cuencas si puedo ser feliz sin verte; que me revienten los tímpanos si tu voz no es lo único que quiero escuchar el resto de mi vida; que me ardan los labios si nunca probarán el fuego de tus besos; que me muera ahora mismo si alguien te ha amado, ama o amará más de lo que yo te he amado, amo y amaré siempre.

 Olvidarte se ha convertido en el camino más rápido y corto a pensar en ti: te veo desde por la mañana, en cada "buenos días" de cualquiera; en nuestra pulsera; en la camisa que llevaba aquel día cada vez que abro el armario; en los cereales que un día te sonrieron; en el nesquick; en mis ojos cada vez que me miro al espejo; en mi pelo cuando me peino, que echa de menos tus dedos despeinándolo; en el calendario, en el martes 11 de Septiembre; en cada canción de mi mp3; en cada poema de Cernuda; en cada uno de los 23400 segundos que estoy en el instituto, mirando a la pizarra pero consiguiendo verte sólo a ti; en cada rostro blanco coloreado con mofletes achuchables y rosados; en cada intento de huida de la realidad de mis párpados; en cada oscuridad; cada maldita noche en cada maldita luna; en cada abrazo falso; en cada pareja jugueteando, besándose; en cada persona feliz que me cruzo por la calle; en cada ducha; en cada sueño, en cada pesadilla...

 He intentado olvidarte pero no puedo. ¡Maldita sea, te juro que no puedo! He querido huir de esto, por los dos. He querido vivir mi vida, ¡pero es que mi vida eres tú! Y yo así no soy capaz de ser feliz: sin ti. Por eso sueño con un "contigo" que sé que nunca llegará pero que es el único motivo que encuentro cuando pienso "¿por qué vivir?". Por eso te quiero recordar que sigo esperando, aunque en silencio, a que tu corazón cambie de opinión. Y si eso nunca pasará, que se pare el mío.


P.A: me sigo preguntando qué duele más, si el echarte de menos de esta manera o el tener que conformarme con tu amistad. Lo siento, lo siento muchísimo, de verdad, pero ya no puedo más...

jueves, 4 de octubre de 2012

El mechero

—Sábado.
—Sí, muy bien, hoy es sábado. Pero te he preguntado cómo te llamas.
—Sábado es mi nombre.
—¡Uala! Es la primera vez que oigo que alguien se llama así, tío. ¿A qué se debe ese nombre?

 Su madre fue prostituta y cuando él nació lo único que ella recordaba de su padre era que había sido un cliente del sábado.Quiso llamar a la criatura de algún modo en su "honor" y el día en que compró sus servicios era lo único que conocía de él que pudiera utilizarse como nombre, ya que Pene no le parecía muy apropiado para un niño. "Quizás sí para alguna que otra persona, pero no para un niño", pensó. El oficio no lo ejerció por necesidad económica, sino por la locura que le ofreció en cantidad su instinto maternal: se dedicó a buscar un hombre, cual fuese, que la engendrara. No era guapa, ni inteligente, ni adinerada, ni simpática, ni causaba atracción alguna sobre ningún hombre a no ser que éste estuviera ebrio y en la parte trasera de un coche: la oscuridad era su mejor amiga.
 Sábado se avergüenza de toda esta historia que su madre le dejó como "recompensa" en forma de carta de despedida el día que la encontró colgando de su árbol favorito del jardín de su casa, así que opta por contestar:

—Puedes llamarme Sab.
—Ehm... guay, Sab —contesta Sankt acompañando con una sonrisa, obviando que Sábado ha ignorado su pregunta.
—¿Quieres fuego? —le pregunta éste.
—No gracias, ya no fumo. ¿Por? —responde Sankt intentando entender la pregunta.
—Porque estoy que ardo.



lunes, 1 de octubre de 2012

Donde nace el deseo

 Os diré, víctimas del deseo, dónde nade vuestra debilidad: en una estación de tren, en un vagón cargado de improbables tirado por la locomotora sociedad. Es un tren que cuando parte no imagina el peligro del viaje; que se come las vías, apresurándose al detonante de la tristeza o la felicidad: esa bifurcación que te lleva por el camino del deseo cumplido o el de la más profunda decepción. Se cumple o no, eso es todo. ¿Acaso no somos felices o no en función de nuestros deseos hechos realidad y los que se quedan en el camino?

 Mi mayor y único deseo, nació mucho antes que yo, cuando nació la posibilidad de que tú y yo existiésemos algún día en el mismo mundo:
 Antes que mi cuerpo, nació el deseo de abrazarte; antes que mis labios, mi necesidad de beberte a morro; antes que mis ojos, la imposibilidad de no enamorarme cada vez que encuentran los tuyos...; y antes que mi voz, el "te amo" para intentar, sin éxito, expresar lo que siento por ti.

 Cuando te conocí entendí que mi existencia no era más que el deseo necesariamente personificado. Por eso siempre había sentido que no estaba vivo, que no formaba parte del cosmos, que este no era mi sitio...
 Y desde entonces tampoco vivo, porque el deseo no se vive, se desea.

 Cuando te conocí empecé a existir y por consecuencia, a sufrir.


Y ahora, ¿qué?

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

Entradas populares

A partir de hoy...

A partir de hoy...
- Ligia García y García