miércoles, 17 de octubre de 2012

Eternas 7:59 de la mañana

 Sankt no lo soporta más, lleva toda la noche sin ver a Alv, y lo echa mucho de menos, muchísimo... Como sabe que él también está soñando, va en su busca. Y de repente desaparece la playa que él mismo ha soñado a caso hecho para estar sólo con las olas y el viento, y aparece su propio cuarto, con Alv allí, en su propia cama. Lo encuentra tumbado, arropado hasta arriba y con cara de niño pequeño enfadado (lo que es realmente). Antes de acercarse a él, se fija en la claridad que entra ya por la ventana, "deben de ser las 8 de la mañana, al menos", se dice. Entonces vuelve a fijarse en su amigo, en lo precioso que está iluminado con esa luz tan tenue que la mañana de sus sueños le ha regalado, y detiene el tiempo: es lo que prefiere hacer cuando está soñando, sobre todo si Alv le está abrazando o sonriendo. Y con el reloj congelado en las 7:59, se dirige a la cama y se introduce en ella muy despacio, con cuidado de ni siquiera rozar a su grandullón enfurecido.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta éste al darse cuenta de que tiene compañía, y de que es Sankt.
—¿Yo? Meterme en mi cama, ¿y tú? —responde Sankt recalcando con tono burlesco el "mi".
—¿Eh? ¿Qué hago aquí? Yo estaba... —el invitado está confuso.
—Shhh, ¿te das media vuelta y me miras? —perdido, Alv le hace caso a su amigo. 
 Ahora ambos se miran. Sankt sonríe, pero no obtiene respuesta.
—Supongo que pasa algo, y supongo que no querrás hablarlo.
—No, j... —se dispone a contestar Alv.
— Hey —le interrumpe Sankt—, basta de jos. Hace tiempo que cuando hablo contigo sólo recibo un "jo" como respuesta a todo y créeme, cada vez siento más que hablo con un desconocido.
 Alv se queda en silencio mirándolo fija y tristemente. Si Sankt tuviese que representar gráficamente la situación que ha causado, utilizaría sin duda unos puntos suspensivos.
...

—No hace falta que me cuentes nada, pero sí que estés feliz, sabes que eso sí lo necesito. Y de verdad, entiendo que todos tengamos nuestros días buenos y nuestros días malos pero me gustaría enseñarte a sentir la sensación que tú me enseñaste a sentir a mí (sin darte cuenta) algún día, no recuerdo cuando: y es que a pesar de lo animados o desanimados que nos levantemos un día, pese a todas las cosas malas que nos puedan pasar en él, y aunque el pasado nos martirice y el futuro nos preocupe, en el fondo de nosotros mismos tenemos que saber y sentir que la vida puede ser maravillosa, ¿cómo que puede ser?, ¡lo es!, ¡la vida es maravillosa!. A mí me lo demostró poniéndote en mi camino, ¿y a ti?, estoy seguro de que te lo ha demostrado en miles de ocasiones, segurísimo, y si no lo ha hecho, ya lo hago yo: 

 "VAS A TENER CADA COSA QUE DESEES EN LA VIDA, TE LO PROMETO. SÓLO TENDRÁS QUE DECIR MI NOMBRE, Y ACTO SEGUIDO DESEAR..."

—Ésta es la garantía de felicidad que te puedo ofrecer —continua Sankt—, ésta y que siempre, siempre, siempre, y pase lo que pase, te querré. Y creo que sabiendo que alguien que te quiere como yo lo hago va a estar siempre ahí, dispuesto a todo, no se puede tener miedo a nada, ni pensar que un día no va a ser bueno. Así que prohibido, no, prohibidísmo dejar de creer en los "buenos días" cada mañana, ¿vale? —termina Sankt, sin darse cuenta de que una de las sonrisas más sinceras ha brotado en su boca.
—Date media vuelta —responde Alv secamente tras un silencio que a Sankt le ha parecido eterno.
 Sankt obedece sintiendo que ha fracasado una vez más intentando a ayudar a Alv, mientras su sensibilidad se pone de manifiesto en sus ojos empapados. Entonces unos pies acarician los suyos, allí abajo, en el mundo de las sábanas revueltas. Una mano ajena rodea su costado, otra se hunde entre su cuerpo y la cama saliendo al encuentro con la primera. Entonces Sankt siente un cuerpo pegado al suyo, y acto seguido, un corazón latiendo en su espalda. Al darse cuenta de que en cuestión de segundos el suyo se ha puesto al ritmo de los latidos del corazón desconocido, descubre que Alv le está abrazando muy fuerte. Sankt tiembla.
—Shhh. Estoy aquí. Gracias, te quiero. —susurra Alv a su oído. Sankt, como no, llora.

 Ahora los dos contemplan juntos la foto que Sankt ve cada noche antes de viajar al mundo de los sueños, y cada mañana justo después de volver de él: una ventana a aquel 11 de Septiembre. "Una foto tan real, en una situación tan inexistente", piensa Sankt.

8:00 

—Buenos días, grandullón. —bosteza. Y la respuesta silenciosa de su ausencia le trae unas lágrimas de desayuno a la cama.



No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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