miércoles, 25 de febrero de 2015

Madrid la tiene pequeña

Siempre me han gustado las cosas grandes, y no os lo toméis a risa. Vine a Madrid buscando eso, las mentes amplias y abiertas como los espacios y los centros comerciales, los edificios altos como las faldas, la inmensidad de la soledad. Pero aquí me he dado cuenta de que en realidad en Madrid todo es más pequeño: mi cuarto, mi lista de amigos, mis ahorros, el porcentaje de aire puro... y también la posibilidad de cruzarte más de una vez con esa persona que podría haber sido el amor de tu vida si hubieses tenido el valor de hablarle la primera. Y eso me encanta por dos razones, porque soy muy enamoradizo y el mundo está hecho para los valientes.

Aun así yo no puedo quejarme del todo, al fin y al cabo de esta ciudad casi tan perdida como la generación que la habita me llevo algo mucho más grande que un centro comercial, que estar solo o cualquier rascacielos; me lo llevo a él, y a nuestro amor estratosférico.

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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- Ligia García y García