¿Sabéis qué? Hoy me ha salido todo como una mierda. Sí, como una mierda bien marrón, olorosa y cremosa; como las de Whatsapp pero sin sonrisa; de las que cagas después de llevar dos semanas haciendo el "plan Activia" (no es que yo lo haya hecho, ni nada); de las que las moscas se apoderan de ellas y las devoran cual mejor banquete jamás visto (y olido). Sí, hoy me ha salido todo como una mierda. Hoy y ayer, ayer y antes de ayer,... Y así llevo semanas, meses. Cuando todo te sale mal, ves que tus esfuerzos no dan fruto y sientes que no estás consiguiendo nada, que no alcanzas tus metas, que no avanzas en el camino, te dan ganas de tirar la toalla, de rendirte, pero ¡MEEEEEC! *ERROR*
Rendirse no es una opción.
La única forma de perder es darse por vencido.
Hasta cuando morimos ganamos, pues morir significa haber vivido.
Equivocarnos sólo nos acerca un poquito más a acertar.
No existe la derrota, sino la demora de la victoria.
No existen los rivales, sino los compañeros de batalla.
No existen los ganadores, sino los que llegan antes a la meta.
Si no dejas de correr, algún día tú también llegarás.
Si luchas, ganas.
Si amas, luchas.
Si existes, amas.
Como existo, te amo. Como te amo, voy a luchar. Como lucharé, ganaré. Como ganaré, algún día tu felicidad dependerá de la mía al igual que la mía depende hoy de la tuya; porque no hay para mí mejor excusa para no rendirme, que tu sonrisa.
Te prometo que voy a luchar, por mí. Pero si lo hago es porque ese "mí" es necesario para poder formar en un futuro, un "nosotros".
Te quiero mucho.