Lo siento,
pero ya no,
ya no me creo que
no me quieras.
Te delata tu
insomnio,
te delatan tus
ojeras.
Ya no me creo que
no me quieras.
Te delatan tus
palabras,
cuando dices
"¿cuándo vuelves?"
(en lugar de
"buen viaje")
cada vez que cojo
el tren de vuelta a casa.
Cuando dices
"¿cuándo vuelves?"
y suenas como un
niño.
Te delata tu
pecho,
te delatan tus
latidos
(que se aceleran
cada vez que estoy contigo).
Te delata tu pecho
que golpea los
abrazos
que nos damos
callados
(al anochecer o al
alba),
para que el Sol
nos vea de lejos.
¿Qué nos damos
callados?
Nos damos besos
mudos,
nos regalamos
miradas
(que hablan sin
que digamos nada)
y caricias en la
espalda.
Nos regalamos
miradas
que más que
delatarte te dilatan;
te dilatan tus
pupilas,
más que tuyas mías
(por un momento).
Te dilatan tus
pupilas,
escondidas en tus
párpados cansados.
Lo siento,
sé que no te dejo
dormir desde hace tiempo
(de tus sueños a
tus pensamientos).
Lo siento,
pero ya no,
ya no me creo que
no me quieras.
Te delata tu
insomnio,
te delatan tus
ojeras.
Ya no me creo que
no me quieras.
Te delatan tus
labios,
que tiemblan
cuando dicen mi nombre.
Lo siento,
pero ya no.