martes, 8 de abril de 2014

De las palabras que no encuentro

Sueño que me caigo. Despierto chocando contra la cama, sintiendo que hubiese estado durmiendo elevado en el aire. Aún no ha amanecido, pero me levanto y me pongo una chaqueta sobre el pijama y tus zapatillas de dedos verdes (hay que estar preparado para soñar siempre). Tampoco me peino, porque una vez me dijiste que las mejores cosas de la vida despeinaban. De pie miro mi cama imaginándote tumbado en ella, escondiendo el verde de tus ojos y con la boca entreabierta. Sonrío y deseo que sea donde sea que estés dormido, estés soñando conmigo.

Abandono el cuarto y mis ganas de dormir, y salgo a la calle sin coger las llaves; el viaje que voy a emprender va a durar mucho más que mi estancia aquí, o que mi estancia en cualquier lugar. Y es que aunque sé que a ti te da igual que este mundo no haya inventado las palabras para escribirme cuánto me quieres, que no te importa porque puedes sentir cómo lo entiendo y te correspondo, y que eso es todo lo que necesitas; creo que esta noche he descubierto dónde encontrarlas, cómo decirte "te amo" sin que suene a "te amo", cómo sentir que de una vez te cuento lo que de verdad siento por ti.

Las palabras que busco no pueden entenderlas ellos, los demás, porque están en una lengua que sus corazones nunca llegarán a hablar; creo que vienen del mismo lugar del que proceden los sentimientos que ellas mismas describen, y que ese lugar sólo es accesible para dos personas tan locas como tú y como yo. Y que pronunciarlas hace música, y que tienen olor, y sabor, y color, y que nunca suenan dos veces igual.

Hoy salgo a buscarlas sin que ni siquiera haya salido el sol, y es que no puedo permitirme perder ni un segundo, no vaya a ser que para cuando las sepa y te las diga a ti ya no te queden "y yos". Sin GPS, ni mochila, ni nada que perder. Sólo yo, yo mismo y todo mi amor por ti. Si quieres puedes acompañarme, al fin y al cabo voy a tu reino. Y si no, allí nos vemos: en las Azoteas de Alejandría.

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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- Ligia García y García