lunes, 28 de diciembre de 2015

Diario. Pág. 16.

Hace tanto tiempo que necesito escribirlas que estas palabras me duelen alrededor del pecho, a lo largo de la garganta y hasta la punta de los dedos. Hay algo en mí, provocado o inventado, que no venía de fábrica sino que ha corrido por cuenta propia, que se encarga de pararme justo antes de librarlas. Hay algo en mí, y no, no es un amigo, más bien justo todo lo contrario: no hay un amigo en mí, por muy convincente que suene la voz de Tony Cruz en Toy Story. Pero ese algo hoy ha cambiado; quizás he desaprendido, o quizás ya todo me importa tan poco que puedo permitirme el lujo de derribar esas barreras que nos hacen creer protegidos. El caso es que ahora es hora de hacerme caso, y darle voz a ese grito mudo que me ruega salir para que yo mismo asimile de una vez lo que sé desde hace ya años.

Llevo más de una década creando momen-

jueves, 24 de diciembre de 2015

palabras descompuestas

imparecido sintemplaba eso. el vieneivá de un recticurvo. boquicerrado interiba. de inerróneo aguaentierros. un tiomuerto que se desrosca. ensidiferenciado en los giralunas. y el metecorchos que desdá. abredifícil de cosinrazón. más hacecabezas que sabelonada, pero menos rascasuelos. nosi complificación de una enhoramala. mmmm. shhh...

lunes, 23 de noviembre de 2015

Canciones sobre estar triste sin saber por qué

Dos estrofas riman belleza con pereza; dinero con puedo; amor con temor. Como si nada.

La ignorancia me tapa la nariz mientras el miedo a ser juzgado me obliga a tragarme mis opiniones. Y todo para qué, para respirar, ja, ja, como si este gris nos diera más la vida de lo que nos la quita. 

Y yo lloro. Lloro sin saber por qué. Sin saber de música pero sonando a canción. Canción de guerra por una paz. Una paz silenciosa rota por mis propios gritos. Gritos que retumban más allá de estas cuatro paredes. Y más allá de estas cuatro paredes, sin embargo, no consigo despertar a nadie.

Estribillo:



miércoles, 11 de noviembre de 2015

desahucio o k ase

Se oye un rastro.
Lento. Y hacia ninguna parte.
A veces me persigue.
A veces le persigo.
A veces nos persigue el tiempo.

Tiempo.
Tiempo.
A veces pasa.
A veces paso.
Lento. Y hacia ninguna parte.

Se ve una luz.
Lejos. Y en todas partes.
Nunca la alcanzo.
Nunca me alcanza.
Nunca nos alcanza el miedo.

Miedo.
Miedo.
Nunca ido.
Nunca vuelto.
Lejos. Y en todas partes.

Se da un espacio.
Vacío. Y en ninguna parte.
Siempre lo tengo.
Siempre me tiene.
Siempre nos tiene el cuerpo.

Cuerpo.
Cuerpo.
Siempre partido.
Siempre entero.
Vacío. Y en ninguna parte.

Se va un fantasma.
Mío. Y ya no volverá a habitarme.
Solía quererme.
Solía quererlo.
Solíamos querer un sueño.

Sueño.
Sueño.
Siempre efímero.
Siempre eterno.
Mío. Y ya no volverá a habitarme.

sábado, 22 de agosto de 2015

La muerte del hombre

Cerró los ojos, y como contestando a una pregunta que se hubiera hecho a sí mismo miles de años atrás, rezó: —La culpa era mía—. Y su cuerpo llenó el vacío que le había acompañado toda su vida.

domingo, 19 de abril de 2015

Epistemicidio

Izada por la aurora
y yacente en el arrebol.
No despertaba, no dormía.
Sonámbula deambulaba
la limerencia inmarcesible
(magdalena no marchita,
novicia cautiva)
de sorpresas y epifanías.

Había una voz, (ojalá mudo)
melifluo azulejo de abril,
el más cruel de todos los meses.
Y en el alféizar cerúleo un reflejo:
(irisdiscencia celeste,
horizonte incandescente)
la efervescencia de un susurro
azul de lejos.

Una almohada fluorescente
(incómoda luminiscencia),
acuna infinitas dudas.
Y allí elocuente zambullida
en el placer boreal del cielo
zumba una libélula olvida:
cariz sombrío que alzó el vuelo
por un sendero de serendipias.

Caracoleando encontró,
en contra de lo que buscaba,
zigzagueantes verdades,
veredictos etéreos
y efímeras intuiciones:
(soluciones barrocas
a preguntas renacentistas)
evidencia inefable.

Alevosía a su naturaleza,
(necia cizaña de un hallazgo)
cedió sus rizos con caricias
a las armas del pecado:
las balas como bulanicos
violaban su nuca melosa
(pelusas, mermelada dulce)
en el azafrán de un desenlace.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Madrid la tiene pequeña

Siempre me han gustado las cosas grandes, y no os lo toméis a risa. Vine a Madrid buscando eso, las mentes amplias y abiertas como los espacios y los centros comerciales, los edificios altos como las faldas, la inmensidad de la soledad. Pero aquí me he dado cuenta de que en realidad en Madrid todo es más pequeño: mi cuarto, mi lista de amigos, mis ahorros, el porcentaje de aire puro... y también la posibilidad de cruzarte más de una vez con esa persona que podría haber sido el amor de tu vida si hubieses tenido el valor de hablarle la primera. Y eso me encanta por dos razones, porque soy muy enamoradizo y el mundo está hecho para los valientes.

Aun así yo no puedo quejarme del todo, al fin y al cabo de esta ciudad casi tan perdida como la generación que la habita me llevo algo mucho más grande que un centro comercial, que estar solo o cualquier rascacielos; me lo llevo a él, y a nuestro amor estratosférico.

jueves, 8 de enero de 2015

Espectro invisible

Del mismo modo que inevitablemente sucedió en el momento cero, algo se enciende: una luz capaz de iluminar mil universos, pero ninguno de ellos más grande que tú. Atraviesa mis lágrimas de felicidad de tenerte de nuevo entre mis brazos, mío y tuyo por un instante, sintiéndonos presos y libres como Cernuda; si el hombre pudiera decir lo que ama... pero cómo decirlo sólo con palabras. Se refleja entonces en ellas el espectro visible, y también lo esencial, el invisible, como bien decía el Principito. Puedo ver todos los colores, tu morado, mi azul, nuestro naranja y verde; también hay colores que conozco de sobra pero no tienen nombre, como el de tus ojos. Ahí están, como un arco iris pero sin forma de arco y sin iris, porque nuestras pupilas dilatadas se lo han comido. Empiezan a crecer en número, intensidad y tonalidades. Les pongo nombres a todos, en voz alta, escuchándome a mí mismo decir sin poder evitarlo y repetidamente "te amo". Ya no cogen en mí, ya nunca más voy a olvidarlos. Te miro fijamente a los ojos y grito porque no basta con mi sudor y mis lágrimas para verterlos de mí, de todos modos ya estamos acostumbrados a saltarnos las leyes de la física. Tu cuerpo se contrae reteniéndolos, el tiempo se para, tus ojos reflejan lo que siento mientras me ensordecen, y no sé si con un hilo de voz o en morse con tu corazón, me confiesas: "no sé cómo describirlo, es como una explosión de colores".

sábado, 3 de enero de 2015

De atracciones y balanzas

Ni vosotros mismos sabéis cuánta razón tenéis cuando decís tan a la ligera eso de que la vida es como una montaña rusa. Arriba, y abajo, abajo y arriba. Subiendo para bajar y bajando para volver a subir.

 A veces estamos en todo lo alto y otras en lo más bajo; las subidas son largas y se hacen eternas, y están llenas de pavor a estar en lo más alto e inseguridad, mientras las bajadas son rápidas, sin que apenas nos podamos dar cuenta de cómo pasan, aportándonos tan solo unos segundos de diversión efímera. Desde arriba las cosas pierden tamaño e importancia, y desde abajo la realidad de todo nos hace ver en ocasiones la cima más lejos incluso de lo que nos gustaría llegar.

 Se podría decir que el 90% del tiempo que pasamos subidos en una montaña rusa sentimos miedo, tensión, agobio, arrepentimiento... Y el 10% disfrutando, riendo, con las lágrimas saltadas por la velocidad, gritando de excitación o sin aliento.

 Tan sólo uno de cada diez instantes que vivimos nos resulta agradable, sin embargo seguimos montándonos en ella; y a mí, al menos de momento, me ha merecido la pena.

 Así que si puedo elegir cómo morir, que sea en una montaña rusa descarrilando, gritando por la emoción de sentir (miedo, diversión, o lo que sea), y no del aburrimiento de estar viendo desde abajo cómo todos se la jugaron y lo único que les pasó fue lo que yo me perdí: la vida.



No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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- Ligia García y García