domingo, 19 de abril de 2015

Epistemicidio

Izada por la aurora
y yacente en el arrebol.
No despertaba, no dormía.
Sonámbula deambulaba
la limerencia inmarcesible
(magdalena no marchita,
novicia cautiva)
de sorpresas y epifanías.

Había una voz, (ojalá mudo)
melifluo azulejo de abril,
el más cruel de todos los meses.
Y en el alféizar cerúleo un reflejo:
(irisdiscencia celeste,
horizonte incandescente)
la efervescencia de un susurro
azul de lejos.

Una almohada fluorescente
(incómoda luminiscencia),
acuna infinitas dudas.
Y allí elocuente zambullida
en el placer boreal del cielo
zumba una libélula olvida:
cariz sombrío que alzó el vuelo
por un sendero de serendipias.

Caracoleando encontró,
en contra de lo que buscaba,
zigzagueantes verdades,
veredictos etéreos
y efímeras intuiciones:
(soluciones barrocas
a preguntas renacentistas)
evidencia inefable.

Alevosía a su naturaleza,
(necia cizaña de un hallazgo)
cedió sus rizos con caricias
a las armas del pecado:
las balas como bulanicos
violaban su nuca melosa
(pelusas, mermelada dulce)
en el azafrán de un desenlace.

No sé exactamente si eran mariposas, pero estaban ahí sin que yo las llamara; cada vez que te acercabas, ¡revoloteaban!. Eran tuyas pero estaban en mi estómago...

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.

—¿Signo del zodiaco? —Acuario, pero con mariposas en lugar de peces.
"Mariposas en el estómago", vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas.

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- Ligia García y García