No sé cuántos años después
sigo sin saber si era verdad o cuento;
mi amor o tu entretenimiento;
invento mío o sueño nuestro.
Y aún prefiero dejarlo así:
secreto, incierto.
Como el gato de Schröndinger:
vivo, pero a la vez muerto.
Nunca llegué a conocer la paradoja de ese gato, será porque les tengo alergia. Lo cierto es que tampoco lo quiero saber. Me gusta saber que sé que hay cosas que no sé. Como tú, supongo, como todos.
ResponderEliminarNo sé cuántos años después, y los que quedan...