Me obligan a levantarme y con la cara salada hago la vida en piloto automático, como un zombie sin hambre que ya ni siquiera busca otra razón por la que vivir. Eras tú.
Cada segundo es una lucha por no pensar en ti. Quiero contarte cada cosa que hago, y si no te la cuento no me hace ilusión hacerla.
Preguntas existenciales se mezclan con otras banales, creando un laberinto de contradicciones en mi cabeza del que no consigo salir:
¿Ahora qué hago con los regalos de Navidad? ¿Me perdonará? ¿Le he perdido para siempre? ¿Se olvidará de mí? ¿Cuánto tiempo tardará en irse con otro? ¿Realmente habría sido capaz de hacerle feliz? ¿Cómo estará?
Forcejeo conmigo mismo por no entrar en tu perfil, porque sé que si lo hago te hablaré y no soporto ya causarte mas daño ni hacerte sufrir.
Practico mentalmente mis jugadas, para no aburrirte si vuelves, convirtiendo los puntos en finales y los jaques en mates. Mientras tanto sigo jugando al ajedrez con él, y da igual si yo pierdo porque él se muere, así que al fin y al cabo siempre estamos al mismo nivel.
Por fin he tomado una decisión: que al menos uno de los dos sea feliz; y tú eres el único que aún está a tiempo:
Sálvate,
Búscate otro amor
Que no tema tu abandono
Y te merezca más que yo;
Que te quiera menos
Pero te quiera mejor.
Me irás olvidando,
Yo gritaré callando
Que no soy feliz sin ti...