He vuelto a ver aquella firma de amistad eterna que algún día juramos:
Decidimos tachar nuestros nombres por miedo a que nos multaran, o algo. Pero en el fondo lo único que temíamos era que tú dejases de ser tú y yo dejase de ser yo, y que nosotros dos dejáramos de ser TÚ Y YO. Y en realidad, así ha sido: tú ya no eres tú y yo ya no soy yo. Los dos hemos cambiado, ya no somos los de antes.
He vuelto a mirar a través del humo aquel
Como el cigarro, se ha consumido mi miedo a perderte. Y al tiempo que ha surgido una solitaria carcajada de mí sin que ni siquiera me diese cuenta, han surgido el TÚ y el YO de detrás de aquellos trazos nerviosos que una vez intentaron tacharlos para siempre. Y es que en el fondo, siempre seremos ese NOSOTROS. Sólo hace falta centrar la mirada en la Y (nuestra unión), para que resurjan los nombres de las personas que fuimos algún día.
Siempre serás tú la que haga de mí el verdadero yo. Te diría que te quiero pero es que en realidad, nos quiero.
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Mis palabras te han abierto las puertas de lo que soy, ¿acaso no sería justo que dijeses ahora qué sientes tú?