Intentar ayudarte sabiendo de antemano que no puedo: eso sí que cuesta. Y sé que ahora para ti no sirve de nada que te quiera. Te entiendo, créeme, yo también estoy enamorado y sólo me importa él. Y mientras quepa la posibilidad de que algún día a ti (o a él) pueda importarte (o importarle) todo esto, te lo recordaré (y se lo recordaré) una y otra vez: te quiero (y le quiero, porque tú eres él).
He tenido que llorar tantos sentimientos por no escribirlos, que parece que haya vuelto a ser un niño: sólo sé sentir y llorar; he olvidado incluso mi habilidad favorita: la de hablar. ¿Y qué? Soy de los que piensan que todos nacemos para servir de algo en la vida, y aunque ahora sólo sea un niño perdido (más que perdido, no encontrado), siento que he nacido para recordarte que "no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo aguante"; que no merece la pena sufrir por lo peor, porque lo mejor está adelante.
A veces pensamos que estamos tan tristes que no podemos ni sonreír, pero en realidad (inconscientemente) sólo estamos reservando risas y sonrisas para el mejor momento de nuestra vida. Sé que ahora no sonríes, y aunque me duela, en el fondo estoy tranquilo, porque algún día te sacaré uno a uno cada instante de felicidad que estás ahorrando sin darte cuenta y los haré míos.
Te quiero mucho. Sonríe por ti, a la vez estarás sonriendo por mí, porque yo soy por ti.
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Mis palabras te han abierto las puertas de lo que soy, ¿acaso no sería justo que dijeses ahora qué sientes tú?