Aeropuertos: unos vienen, otros se van.
Debí haberte acompañado a la T4 esa mañana,
pero no sabía que sería la penúltima.
Tampoco sé cuántos besos de más habría ganado,
los que sí sé son los que he perdido.
Te llevaste en la maleta algo que no volvió conmigo.
Han pasado ya 10 meses.
Y sin embargo, no me rindo y te escribo:
"Ojalá hubiera ido al aeropuerto contigo."
Aunque son las 5:30, tú estás ahí, como siempre.
Te veo escribiendo; nervioso, te espero.
Y de repente, la recibo.
Directa, fría, aguda y profunda,
como una inyección en primaria.
Entonces recuerdo tu habilidad maestra
para elegir la palabra que te atraviesa el alma.
Y aunque la dejo en leído, los dos sabemos la respuesta.
De una historia de amor muerta e infinitos que olvidar,
por primera vez entiendo lo que significa de verdad.
La leo en voz alta, me golpea la garganta y el paladar.
Y ahí se queda, colgando, quizás para siempre...
"Ojalá"
Dejarse llevar
suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber donde puedes terminar;
o empezar.
O empezar...